Madrid
Decenas de miles de personas participaron el sábado en manifestaciones en toda España en respuesta a la crisis catalana, bien reclamando la unidad nacional o el diálogo entre el Gobierno español y el de Cataluña.
La jornada concluyó con el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, asegurando que impedirá que "cualquier declaración de independencia (de Cataluña) se plasme en algo", en una entrevista publicada en el diario El País.
Además, Rajoy apeló al "catalanismo pactista y moderado" a desmarcarse del independentismo radical, en su primera entrevista a un periódico después del referendo de independencia, inconstitucional, del domingo.
En la enorme plaza Colón de Madrid, presidida en su centro por una bandera española de 50 metros, una multitud con banderas españolas, en mástiles o anudadas como pañuelo, coreó lemas como "Cataluña es España, no nos engañan", "Puigdemont, a prisión" -en alusión a Carles Puigdemont, el presidente catalán- y "Con golpistas, no se dialoga".
La manifestación fue convocada por la Fundación Denaes (Defensa de la Nación Española), cuyo portavoz, Iván Espinosa, expresó: "Hemos estado 40 años cediendo terreno al nacionalismo".
"En cambio, el patriotismo parecía olvidado, parecía una cosa de extremistas, de otra época", añadió. El nuestro "no es un patriotismo anticatalán, surge en defensa y reacción a un movimiento excluyente".
Según la Delegación del Gobierno, 50.000 personas participaron en la manifestación, en la que asomó alguna bandera franquista y abundaron camisetas de la selección española.
Un país y diálogo. Rocío Villanueva, una madrileña de 30 años, dijo estar ahí para "mostrar la unidad de España". "Me da pena todo lo que está pasando y me da pena de que los catalanes sientan que necesitan independizarse porque España los ha tratado bien", sostuvo.
"Estoy aquí porque no quiero que me pongan un muro de Berlín para ir adonde tengo a mis muertos y mi familia", dijo Octavi Puig, de 62 años, un jubilado catalán que vive en Madrid.
Joaquín Peñas, un coronel de caballería de 52 años fuera de servicio, quien dijo hablar a título personal, dijo que se ha llegado a "un punto de inflexión".
"Necesitamos participar activamente en la defensa de los valores de España como nación", aseguró.
Un poco más abajo, en La Cibeles, frente al Ayuntamiento de Madrid, se manifestaban miles de personas convocadas por el movimiento cívico Hablemos/Parlem (hablemos en catalán), recientemente creado a partir de las redes sociales, que defiende el diálogo para resolver la crisis y apela a manifestarse de blanco, sin lemas ni banderas.
Lo mismo ocurrió ante los ayuntamientos de Barcelona y otras ciudades españolas como Zaragoza, San Sebastián (norte), Bilbao (norte), Vitoria (norte), Palma de Mallorca (este), Valladolid (centro) y Pamplona (norte).
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La capital de Mallorca fue precisamente la única otra ciudad donde coincidieron manifestaciones a favor de la unidad de España y las de Hablemos. En la primera, la policía tuvo que interponerse entre los manifestantes y el pequeño puesto que tiene normalmente una asociación procatalana.
"Se ha aumentado mucho la tensión y la violencia. Cada vez va a peor. Da mucho miedo tanta violencia. Se he generado mucho miedo y eso es peligroso", manifestó Yurena Díaz, una médica de 36 años que participó en la protesta de Hablemos en Madrid.
En la plaza Sant Jaume de Barcelona, flanqueada por el Ayuntamiento y el palacio de la Generalitat -el gobierno catalán-, también se reunieron, convocadas por Hablemos, cientos de personas en defensa de una solución pactada.
Ana Chueco, empresaria catalana de 51 años, vestida de blanco y con las manos pintadas de blanco, explicó: "No queremos banderas, no queremos fracturas, queremos que los políticos se sienten a hablar".
"Vivimos con mucha tensión, nuestras vidas están embargadas por todo esto, no sabemos qué hacer con nuestro dinero ni con nuestros empleos, no sabemos qué va a pasar", dijo otra participante, Alicia Doménec, profesora universitaria catalana de 39 años, que iba con su hijo de 3.
"La tensión social no se puede negar, hay ruptura, hay fractura, hay insultos, hay negación del otro", añadió, en referencia a un debate que divide a la sociedad catalana a partes iguales.
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Las manifestaciones se produjeron en un contexto de presión a Puigdemont para que abandone su proyecto de declarar unilateralmente la independencia, con la salida de la región de compañías emblemáticas como CaixaBank, Gas Natural y Banco Sabadell.
El gobierno de Mariano Rajoy se niega a aceptar el diálogo, o una mediación, alegando que Puigdemont vulneró la legalidad al organizar el referéndum de independencia, reprimido finalmente por la policía, y éste no da signos de renunciar a su objetivo.
El domingo, Barcelona será escenario de una inmensa marcha para reclamar "sensatez", según su lema, y contra las aspiraciones independentistas, con la participación de personalidades como el Premio Nobel Mario Vargas Llosa.
El Parlamento catalán debía, según el calendario independentista, declarar la independencia en los días siguientes a la proclamación de los resultados del referendo del 1.° de octubre, algo que aún no ha sucedido.
Sí se divulgaron el viernes los resultados oficiales: un 90,18% votó por el sí a la independencia, con una participación del 43,03%.
Puigdemont se dirigirá a la cámara regional, donde los secesionistas son mayoritarios, la tarde del martes 10 de octubre, para comentar la "situación política". De momento se ignora si ese será el momento elegido para declarar la independencia.