El presidente regional de Cataluña, el independentista Carles Puigdemont, pidió este sábado una "mediación" para solucionar el conflicto que mantiene con el gobierno español, en una entrevista con la AFP, en la víspera del referendo de autodeterminación prohibido.
A pesar de la oposición de las instituciones españolas, Puigdemont, un independentista convencido de 54 años, advirtió que no renunciarán a votar el domingo en esta consulta que desde hace años envenena las relaciones entre Barcelona y Madrid.
"Debemos expresar una voluntad clara de que haya mediación en cualquiera de los escenarios", afirmó Puigdemont desde la ciudad de Girona, de la que fue alcalde entre el 2011 y 2016, cuando accedió a la presidencia de la región.
"Gane el sí, gane el no, en cualquiera de los escenarios debe haber una mediación porque las cosas no funcionan, seamos honestos", añadió.
Desde el 2012, los dirigentes catalanes reclaman un referendo sobre la independencia de esta región, cuyos ciudadanos están divididos sobre la secesión pero apoyan ampliamente un escrutinio acordado con Madrid.
Pero el ejecutivo central de Mariano Rajoy rechaza negociar al respecto, argumentando que la Constitución del país no permite esta votación, suspendida por el Tribunal Constitucional.
"Mucha gente pensaba 'me gustaría tener argumentos un poco más convincentes que el cumplimiento estricto de la ley y la fuerza de la policía para continuar formando parte de España. Que me dijeran (...) os necesitamos, os queremos'", lamentó el dirigente de esta región de 7,5 millones de habitantes y con un 19% del PIB nacional.
En una entrevista de 45 minutos con la AFP, a escasas horas de consumar el mayor reto del nacionalismo catalán contra el Estado español en las últimas décadas, Puigdemont reconoció sentirse dominado por "una gran responsabilidad ante este momento". "Es un momento grave".
"Hay que hablar, hay que sentarse a dialogar sin condiciones", insistió.
"Lo pide todo el mundo. Es un deseo de la mayoría de la sociedad catalana, que quiere votar, que quiere decidir y quiere hacerlo de manera dialogada y acordada".
Apertura al diálogo
Si bien, los puentes de diálogo entre ambos ejecutivos parecen dinamitados, Puigdemont se mostró abierto a desconvocar el escrutinio si el poder central acepta negociar una votación acordada.
"Si el Estado español hoy dice vamos a acordar un referendo (...) Vamos a parar esto", afirmó Puigdemont.
Pero si no fuera así, "el gobierno (catalán) lo ha dispuesto todo para que pueda desarrollarse en total normalidad", aseveró.
Su celebración es una incógnita: la justicia ordenó el cierre de los más de 2.300 colegios electorales repartidos en la región, se bloquearon las sistemas informáticos de recuento y el gobierno dispone de miles de policías en la región para impedir el voto.
"Lo que no va a pasar es que nos vamos a ir a casa y vamos a renunciar a nuestros derechos", aseguró Puigdemont, pidiendo a sus simpatizantes mantener una "actitud pacífica".
Y si los partidarios del sí se imponen a los del no, como es previsible ante el boicot al referendo promovido por los antiindependentistas, el presidente regional mantiene su plan de declarar la independencia, aunque esta no será automática.
"Todos sabemos que hay un periodo de transición, que no hay un botón que automatiza las independencias", explicó.
"No hemos planteado la declaración de la independencia en la ley como un mecanismo que surge efectos inmediatos y que a la mañana siguiente ya está todo resuelto. No es solo ingenuo, es impresentable esta idea", afirmó.
Y en este escenario, será de nuevo necesario el diálogo y la mediación. Si bien Puigdemont no dirigió su petición a ninguna institución, aseguró que sería lógica "una actitud activa de seguimiento y de interés por parte de la Unión Europea (UE)", a la que lanzó un crítico mensaje.
"Entiendo que tiene compromisos con el Estado español porque ha sido así siempre (...) Pero que deje de mirar a otro lado", afirmó.
"No es eficaz ni razonable ni sensato que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no haya encontrado el tiempo en su agenda para preguntar qué está pasando en esta parte, creo que importante, de la Unión Europea", se lamentó.
Continúan las manifestaciones
Entre tanto, miles de personas con banderas españolas se manifestaron este sábado en varias ciudades del país en defensa de la unidad nacional, en vísperas de un referendo de autodeterminación convocado por los independentistas en Cataluña pese a la prohibición de la justicia.
En Madrid, los manifestantes se concentraron frente al ayuntamiento en la Plaza de Cibeles, en el corazón de la capital, respondiendo a la llamada de un colectivo conservador, la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), constató un periodista de la AFP.
En medio de una marea de banderas nacionales, los manifestantes corearon consignas como "Cataluña es España", "viva España" o incluso "Puigdemont a prisión", en referencia al presidente regional catalán, Carles Puigdemont.
"No teníamos que haber llegado a esto. Hemos llegado a un punto de no retorno", dijo a la AFP Fernando Cepeda, un ingeniero de 58 años que fue a manifestarse con una camiseta en la que podía leerse un artículo de la Constitución española: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado".
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A su lado, Rafael Castillo, también ingeniero, se mostraba crítico con el gobierno español: "El Estado tiene que hacer política, tiene que convencer de lo bueno que es estar unidos, en lugar de repetir todo el tiempo que el referendo es ilegal. Pero es que en España no hay ningún líder".
Eduardo García, un profesor de matemáticas de 32 años, acusaba por su lado a los nacionalistas catalanes de haber azuzado "los sentimientos más bajos de la gente", al pedir la independencia coincidiendo con la crisis económica de los últimos años. "Todo esto es muy triste", lamentó.
En Barcelona, una manifestación similar reunió a cientos de personas en la plaza Sant Jaume, donde se encuentran el ayuntamiento y el palacio de la Generalitat, el órgano regional de gobierno de Cataluña.
También hubo concentraciones por la unidad de España en Valladolid, Santander, Sevilla, Málaga (sur), Valencia (este) y Alicante (sureste).
En Galicia (noroeste) se convocaron manifestaciones en La Coruña y Santiago de Compostela.
En esta última ciudad hubo asimismo una marcha a favor del referendo de autodeterminación en Cataluña, en la que se vieron banderas independentistas gallegas y catalanas. También hubo pequeñas concentraciones a favor de la consulta en Madrid.