Barcelona
El Gobierno independentista catalán admitió este jueves que la organización del referendo de autodeterminación del 1.° de octubre quedó alterada tras las operaciones policiales contra su infraestructura y algunos de sus altos funcionarios, que dieron pie a manifestaciones separatistas en Barcelona.
"Es evidente que se han alterado las condiciones del juego, eso seguro", afirmó a la televisión pública catalana TV3 el vicepresidente del Gobierno regional, Oriol Junqueras, cuyo departamento estaba a cargo de organizar la votación.
Y es que la presión contra la consulta, suspendida por el Tribunal Constitucional, se incrementa cada día.
Este jueves, el Tribunal Constitucional anunció multas de 12.000 euros diarios a los miembros de la junta electoral creada para organizar la consulta, si no renuncian.
El Ministerio del Interior, mientras tanto, fletó tres buques que estarán fondeados en Cataluña para alojar refuerzos policiales.
Todo ello después de que 14 altos funcionarios del Gobierno regional fueran detenidos el miércoles, al tiempo que se requisaban millones de papeletas y miles de cartas dirigidas a los ciudadanos designados para trabajar en los colegios electorales.
Además, el gobierno conservador español de Mariano Rajoy bloqueó las finanzas de la administración regional, excepto para el pago de servicios esenciales, que asumirá directamente Madrid.
"Es evidente que no estamos pudiendo votar como siempre", afirmó Junqueras, en cuyo departamento detuvieron a cinco altos cargos, entre ellos su número dos, Josep María Jové.
El jueves por la tarde, 8 de los 14 arrestados habían quedado ya en libertad. Siguen detenidos Jové y el secretario de Hacienda del Gobierno catalán, Lluís Salvadó, según una portavoz de la consejería regional de Economía.
Pese a todo esto, el presidente catalán Carles Puigdemont difundió en su cuenta de Twitter un enlace para que cada elector pueda ver dónde le corresponde votar el 1. de octubre.
Además, consideró en una tribuna publicada en el diario británico The Guardian, que la Comisión Europea tiene "el deber de intervenir" ante un gobierno español que, en su opinión, "ha vulnerado la Carta Europea de Derechos Fundamentales".
Por su lado, Rajoy tachó el miércoles de "quimera imposible" la celebración del referendo, y pidió a los independentistas renunciar "a esta escalada de radicalidad y de desobediencia".
Ambiente caldeado. Las últimas actuaciones policiales crisparon los ánimos de los independentistas en esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes. "El camino hacia el 1.° de octubre está lleno de movilizaciones", advirtió el presidente de la organización independentista Omnium, Jordi Cuixart.
Este jueves, miles de personas con banderas independentistas estaban concentradas ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, junto al Arco del Triunfo de Barcelona, para pedir la liberación de los funcionarios aún detenidos.
"Estamos muy enfaddos con todo lo que se está haciendo para impedir que un pueblo se exprese", dijo Ana Robredo, de 57 años y procedente de otra región española, La Rioja (norte).
"Me indigna pertenecer a un Estado en el que se hacen estas cosas, con el apoyo de la oposición" socialista, manifestó José María de Mingo Sierra, un hombre de 48 años, quien trabaja en una empresa como responsable de mercado.
"No soy partidario de la independencia. Soy partidario de que dejen votar, que la gente se pronuncie y opine libremente si quiere ser independiente o no. El referendo calmaría las cosas unos años", opinaba a pocas cuadras de allí Juan José Moya, conserje de un edificio situado en el céntrico Paseo de Gracia.
Rajoy, en el poder desde finales del 2011, rechazó negociar la organización de esta consulta que una buena parte de Cataluña reclama desde el 2012.
Los conservadores del PP cuentan con el apoyo de los centristas de Ciudadanos y del principal partido opositor, el Partido Socialista (PSOE), que también pide una solución política al conflicto.
El FC Barcelona, las universidades públicas o el popular festival de música Primavera Sound criticaron también la reacción de Madrid. Y en el Gran Teatro del Liceo, símbolo de la burguesía catalana, los asistentes cantaron el miércoles el himno catalán, según mostraron videos en las redes sociales.