Estambul
Turquía se pronuncia este domingo sobre el refuerzo de los poderes del presidente Recep Tayyip Erdogan en un referendo constitucional crucial, cuyo resultado podría remodelar el sistema político del país y redefinir sus relaciones con Occidente.
Organizada nueve meses después de un intento fallido de golpe de Estado contra Erdogan, la consulta, en la que están llamados a pronunciarse 55,3 millones de electores, apunta a cambiar la Constitución, aboliendo el puesto de primer ministro y reforzando el poder del presidente, que concentraría en sus manos grandes prerrogativas.
El gobierno presenta esta reforma como indispensable para dotar al Estado de un poder Ejecutivo estable y romper definitivamente con los frágiles gobiernos de coalición de los años 1980 y 1990, antes de la llegada al poder del AKP, el partido islamoconservador de Erdogan.
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Pero sus detractores ven en ese cambio una nueva deriva autoritaria de un hombre al que acusan de querer acallar cualquier voz crítica, sobre todo tras el intento de golpe de Estado militar del 15 de julio de 2016.
Erdogan, de 63 años, ocupó el puesto de primer ministro entre 2003 y 2014 antes de ser elegido presidente, una función que en teoría debería ser casi protocolar.
De ganar el 'sí', tras el cambio en la Constitución podrá permanecer en el poder hasta 2029.
Según los sondeos, el resultado de la votación será reñido. Dado ampliamente por ganador justo después del golpe fallido, Erdogan afronta el referendo en una situación mucho menos favorable, con una Turquía puesta a prueba por una serie de atentados imputados a la rebelión kurda o al grupo Estado Islámico (EI) y una economía debilitada.
La principal incertidumbre para Erdogan reside en el voto de los kurdos, que suponen una quinta parte de la población de Turquía.
También hay dudas sobre el voto de la derecha nacionalista: su líder Devlet Bahçeli apoya la revisión constitucional pero las bases están divididas.
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El resultado de la votación podría ir en un sentido o en otro", advierte Asli Aydintasbas, analista del European Council on Foreign Relations.
A la caza incansable de votos, Erdogan ha celebrado decenas de mítines por todo el país. Arengando a las masas, ha repetido sin cesar que quienes voten por el 'no' harán el juego a los separatistas kurdos del PKK o a Fethula Gulen, el predicador instalado en Estados Unidos al que Ankara acusa de haber impulsado el golpe fallido.
Y para tocar la fibra a los nacionalistas, ha atacado a los países europeos, especialmente Alemania y Holanda, llegando a acusarlos de "nazismo" y "fascismo" por anular mítines de sus partidarios en sus respectivos territorios.
"Mañana, Turquía tomará una de las decisiones más importantes de su historia", declaró Erdogan este sábado, llamando a los turcos a votar en masa. "Los resultados se anuncian buenos", afirmó. "Pero esto no tiene que aletargarnos. Un sí fuerte será una lección para Occidente", agregó el mandatario, que durante la campaña ha criticado regularmente a la Unión Europea.
Las salidas de Erdogan, muy mal recibidas por los dirigentes europeos, han dejado el proceso de adhesión de Turquía a la Unión Europea, que ya se encontraba en un impasse, al borde de la ruptura.
Según Marc Pierini, profesor invitado del Carnegie Europe, los dirigentes europeos "deberán tomar una decisión sobre las futuras relaciones con Turquía, al mismo tiempo sobre la forma y sobre el contenido".
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Aunque la campaña a favor del 'sí', orquestada por el aparato del Estado, ha dominado el terreno y los medios, la del 'no' la logrado mantenerse a flote gracias a la movilización de militantes laicos, kurdos anti-Erdogan y una parte del campo nacionalista.
"El nuevo sistema dotará al presidente turco de poderes nunca vistos desde el fin de la presidencia de Ismet Inonu en 1950", afirma Alan Makovsky, del Center for American Progress, en referencia al sucesor de Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la Turquía moderna en 1923.
Desde el intento de golpe, unas 47.000 personas han sido arrestadas y más de 100.000 despedidas o suspendidas de sus cargos, entre ellas miles de periodistas, académicos y jueces.
Las autoridades también han hecho una masiva campaña de detenciones en medios kurdos, llegando a encarcelar a Selahattin Demirtas, líder del HDP, el principal partido pro-kurdo del país, opuesto al sistema presidencial.
En un mensaje difundido desde prisión, Demirtas acusó al AKP de crear "una atmósfera de miedo". "Os animo a vencer ese miedo, id a votar y decid no al miedo".