Londres
La conservadora Theresa May asumió este miércoles como nueva primera ministra del Reino Unido y de inmediato designó dos notorios euroescépticos en cargos clave para la negociación de la salida británica de la Unión Europea (UE).
El exalcalde de Londres y figura clave del brexit, Boris Johnson, fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, mientras David Davis, prominente partidario de la salida, será el negociador del divorcio con el Continente, cuyos líderes reclaman a Londres un rápido inicio del proceso.
May se transformó en la segunda mujer de la historia en dirigir el gobierno británico, luego de recibir este miércoles de la reina Isabel II el encargo de formar gobierno, tres semanas después que en un referendo los británicos votasen la salida de la UE.
La exministra del Interior, de 59 años, sucede a David Cameron, que presentó su renuncia a la reina en el palacio de Buckingham este miércoles.
A su llegada a la residencia oficial de Downing Street, May prometió que el Reino Unido tendrá un nuevo papel "audaz y positivo" fuera de la UE.
"Tras el referendo nos enfrentamos a un momento que es un gran desafío a nivel nacional. Y yo sé que porque somos Gran Bretaña vamos a estar a la altura", declaró.
"Tenemos una gran oportunidad de lograr una nueva y exitosa relación con Europa y el resto del mundo", dijo por su lado Johnson poco después de anunciarse su nombramiento en el Foreing Office.
Reconocida por su temperamento combativo y su carácter trabajador, May, hereda un Reino Unido en el que prima la incertidumbre sobre su futuro.
Para la cartera de Finanzas, puesto crítico en el contexto actual, May eligió a Philip Hammond en reemplazo de George Osborne.
Los primeros días de su gobierno van a ser escrutados por los inversores, que buscan signos de estabilidad tras la conmoción de los resultados del referendo.
"Brexit significa brexit y haremos de ello un éxito", aseguró May el lunes, acabando con las esperanzas de quienes soñaban con una milagrosa permanencia en la UE.
Esta euroescéptica, que se unió al campo de la permanencia solo durante la campaña del referendo, ya advirtió que no activaría el artículo 50 del Tratado de Lisboa -que desencadena el proceso de salida de la UE- antes de finales de año.
Impacientes por ver al ejecutivo británico definir su postura, los dirigentes europeos apremiaron a Londres.
El presidente francés, François Hollande, reiteró su deseo de que las negociaciones se inicien lo "más rápido posible". El presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, se pronunció en el mismo sentido.
"Estoy impaciente de trabajar estrechamente con usted y de saber cuáles son sus intenciones", dijo Juncker en una carta difunda en Twitter.
Por su parte, el presidente del parlamento europeo, Martin Schulz, felicitó a May. "Ya aclarado el tema del liderazgo, ahora espero que trabajemos rápido para ofrecer seguridad", dijo.
Para David Cameron, que batalló por la permanencia en la UE y perdió, comienza ahora una nueva vida. Aunque ganó dos legislativas (en 2010 y 2015), sobrevivió al referendo de independencia de Escocia y obtuvo varios éxitos económicos y sociales, como el matrimonio gay, probablemente la historia lo recuerde como el primer ministro del brexit.
A su salida de Downing Street, Cameron dijo que había sido el "mayor honor" de su vida trabajar allí. "Mi único deseo es que este gran país que amo tanto siga siendo exitoso", afirmó.
Al mismo tiempo que el país se dota de un nuevo líder, la oposición laborista sigue en medio de una profunda crisis de liderazgo, otra más de las repercusiones del referendo.
Confrontado a una rebelión interna, el jefe del partido Jeremy Corbyn logró el martes que el comité ejecutivo del partido le permitiera presentarse a unas nuevas elecciones.
Pero esta decisión "no resolverá los problemas del Laborismo", considera el tabloide de izquierda Daily Mirror, que estima que "el veneno en las venas del partido es tan tóxico que nadie puede ver un final feliz".
El lunes, la diputada Angela Eagle anunció oficialmente que se presentaría contra Corbyn para sucederlo y otro parlamentario, Owen Smith, se sumó el miércoles a la lista de rivales.