Girona, España
A pocas horas del referendo independentista de Cataluña, el presidente regional, Carles Puigdemont, dijo que estaría dispuesto a desconvocarlo si el Estado español decidiera acordar una consulta similar.
“Si el Estado español hoy dice vamos a acordar un referendo, paramos esto. Pero si no fuera así, el gobierno (catalán) lo ha dispuesto todo para que la consulta se desarrolle con normalidad”, señaló.
En entrevista con AFP, Puigdemont pidió , además, una “mediación” para solucionar el conflicto con el poder central.
Puigdemont, un independentista convencido, de 54 años, advirtió que no renunciarán a votar el domingo en esta consulta que desde hace años envenena las relaciones entre Barcelona y Madrid.
“Gane el sí o gane el no, en cualquiera de los escenarios debe haber una mediación porque las cosas no funcionan, seamos honestos”, añadió.
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Desde 2012 los dirigentes catalanes reclaman un referendo sobre la independencia de esta región, cuyos ciudadanos están divididos sobre la secesión pero apoyan un escrutinio acordado con Madrid.
El ejecutivo central de Mariano Rajoy rechaza negociar al respecto, argumentando que la Constitución del país no permite esta votación, suspendida por el Tribunal Constitucional.
“Hay que hablar, hay que sentarse a dialogar sin condiciones”, insistió Puigdemont. “Lo pide todo el mundo. Es un deseo de la mayoría de la sociedad catalana, que quiere votar, que quiere decidir y hacerlo de manera dialogada y acordada”.
Una incógnita
La celebración del referendo de este domingo es una incógnita: la justicia ordenó el cierre de los más de 2.300 colegios electorales repartidos en la región, se bloquearon las sistemas informáticos de recuento y el gobierno dispone de miles de policías en la región para impedir el voto.
“Lo que no va a pasar es que nos vamos a ir a casa y vamos a renunciar a nuestros derechos”, aseguró Puigdemont, pidiendo a sus simpatizantes mantener una actitud pacífica.
Barrio por barrio y escuela por escuela. Los activistas por la independencia organizaron, ayudándose de las redes sociales, su resistencia ante la orden de impedir el referendo en una Cataluña acostumbrada a las ocupaciones como forma de lucha social.
“Resistencia pacífica”, lanzaba Héctor –que prefiere no dar su apellido–, técnico de obras públicas, ante los otros padres que ocupaban la escuela Reina Violant, en Gracia, uno de los barrios más independentistas de Barcelona.
“Si la policía viene a sacarnos, nos sentamos en el suelo y cantamos”, agregó este activista, miembro de uno de los “Comités de Defensa del Referendo” que crecieron en las redes sociales tras la orden judicial de cerrar los centros de voto.
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Rápidamente se dieron consignas por la mensajería Telegram, llamando a los militantes a mantener, ante todo, una actitud no violenta.
Cataluña es España
Desde otra perspectiva, miles de personas manifestaron en varias ciudades de España en contra del referendo de domingo en Cataluña.
“Catalonia is Spain (Cataluña es España)” o “Nosotros también somos catalanes”, cantaban bajo la lluvia en el centro de Barcelona.
“Me trae un poco el cansancio de esta ruptura, el cansancio de esta antidemocracia, el cansancio de estas imposiciones, de este quebrantamiento de la ley”, dijo María José Moreno.
En Madrid, Valladolid, Santander, Sevilla o Valencia también llovían críticas al nacionalismo catalán además de alguna que otra al Gobierno español.
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“El Estado tiene que hacer política, convencer de lo bueno que es estar unidos, en lugar de repetir todo el tiempo que el referendo es ilegal”, lamentaba Rafael Castillo, en Madrid.