Madrid
Los cuatro principales candidatos a la presidencia del gobierno de España, todos hombres, pertenecen a dos nuevas formaciones (Podemos y Ciudadanos) y a los dos grandes partidos tradicionales, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Español (PSOE).
La continuidad. A sus 60 años, el conservador Mariano Rajoy pide a los españoles que lo reelijan para seguir aplicando "la misma política" centrada en la contención del gasto y en el crecimiento.
Tras una drástica y dolorosa política de austeridad, el presidente del Partido Popular (PP, derecha) asegura que "lo más duro de la crisis ha pasado" y centra su campaña en la "recuperación" iniciada en 2014, prometiendo completar el trabajo realizado con la creación de "dos millones de empleos" nuevos en cuatro años, mediante incentivos fiscales y una mejora de la formación. Insiste mucho en la defensa de las rentas de los pensionistas, uno de sus públicos objetivos.
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Este gallego, registrador de la propiedad de profesión, se adhirió muy joven a Alianza Popular —fundada por antiguos ministros del dictador Francisco Franco— que en 1989 pasó a ser el PP.
Frente a sus jóvenes rivales poco experimentados, destacan sus 34 años de vida política.
La oposición histórica. Con 43 años, el socialista Pedro Sánchez quiere seguir los pasos de su referente, el expresidente del gobierno Felipe González (1982-96).
Apodado "Pedro el guapo", este profesor de economía madrileño se dio a conocer entre el gran público hace dos años. Primer secretario general socialista elegido en unas primarias, exconcejal en el ayuntamiento de Madrid, es diputado en el Congreso, donde en numerosas ocasiones ha criticado la gestión de Rajoy.
Se define como socialdemócrata y promete una "renta mínima vital para las familias sin recursos", así como recuperar los derechos, según él, recortados por la derecha: derechos de los trabajadores, de los inmigrantes, de las mujeres, derecho a la sanidad, de manifestación.
Admira al jefe del gobierno italiano, Matteo Renzi (Partido Demócrata) y no esconde su afinidad con el primer ministro francés, Manuel Valls (Partido Socialista).
Abanderado de la indignación. A sus 37 años, Pablo Iglesias es el candidato del partido de izquierda radical Podemos, nacido a principios de 2014 para convertir "la indignación en cambio político".
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Elegido en mayo de 2014 para el Parlamento Europeo, este antiguo profesor de Ciencias Políticas abandonó la universidad para ocupar su puesto de europarlamentario, escaño del que dimitió hace dos meses para dedicarse a la campaña electoral.
Este joven madrileño arremete contra las políticas de austeridad impuestas por la UE frente a la crisis. Defiende el "rechazo de la corrupción", la "defensa de las clases populares" o el "derecho a la autodeterminación para los catalanes y los vascos", aunque desea que España siga unida.
Su partido se enorgullece de la gestión de los alcaldes "indignados" de Madrid, Barcelona o Cádiz. En Europa, su partido es un gran aliado del griego Syriza.
El partido sorpresa. El abogado de 36 años Albert Rivera se presenta a los comicios a la cabeza del partido liberal Ciudadanos, que ha experimentado una subida espectacular denunciando la corrupción y las tentaciones independentistas.
Antiguo consejero jurídico de un banco, este barcelonés lleva ocho años consagrado exclusivamente a la política. Orador telegénico y acérrimo de las redes sociales, fue diputado regional en Cataluña desde la creación de su partido en 2006 hasta las últimas elecciones regionales de septiembre.
Ondeando "el cambio sensato" como bandera, su partido de centro-derecha, nacido inicialmente para contrarrestar el independentismo catalán, es liberal tanto en asuntos económicos como sociales. Propone invertir en la investigación y la educación y suprimir los contratos de trabajo temporales con un "contrato de trabajo único".
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Su formación no dirige ninguna ciudad ni región, pero logró un gran éxito en las regionales catalanas de septiembre (17,9% de los votos, segunda fuerza política).