Accumoli
La tristeza recorre el pueblo italiano de Accumoli, devastado este miércoles por el terremoto que sacudió el corazón de Italia: sus habitantes esperan en silencio que un ruido, un grito, una señal, sirva para rescatar con vida a amigos y parientes.
"Aquí se oyen solo los gatos", confesó a la AFP Guido Bordo, de 69 años, mientras espera noticias sobre su hermana, sepultada bajo los escombros.
"No da señales de vida", dice desconsolado.
Angustiado, Bordo deposita todas sus esperanzas en la excavadora, porque hasta ahora ha hurgado con las manos, sin guantes ni palas, para retirar la montaña de escombros, las piedras, vigas, trozos de ventanas que se acumulan ante la residencia de su hermana.
"Yo no estaba, pero tan pronto como ocurrió el sismo corrí hasta aquí. Se las arreglaron para sacar a los hijos de mi hermana que ahora están en el hospital. Pero ella y su marido no aparecen", contó.
Bordo y su hermano Domenico, junto con otras 30 personas, esperan informaciones en un espacio organizado a las afueras de la población.
Su hermana y su marido estaban pasando vacaciones en esa zona y figuran en la lista de desaparecidos, mientras los cuerpos de otros cinco ya han sido extraídos.
Poco después del mediodía, casi nueve horas después del primer sismo que sacudió de madrugada a los residentes, las grúas y excavadoras del ejército aún no habían llegado al pueblo, situado a 800 metros de altura.
Un helicóptero zumbaba continuamente mientras una ambulancia descargaba dos camillas cerca de una casa derrumbada.
Una docena de bomberos revisaba los escombros con palas antes de que llegue el personal especializado, con perros expertos en búsqueda, carpas y cocinas para organizar la primera noche sin techo de los damnificados.
La desolación invade toda la localidad, pedazos de persianas se mezclan con canastas de flores, trozos de pared con fragmentos de edredón, restos de móviles con zapatos rotos.
Dos mujeres sollozaban y se abrazaban frente a una casa derrumbada.
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En la plaza principal, equipos de bomberos empleaban dos perros con la esperanza de encontrar a alguien con vida.
Uno de los canes rastreadores se detuvo de repente y se devolvió a un punto en particular: allí debería iniciar la excavación.
Sin embargo, Daniela Romanato, bombera que participa en la operación de rescate, no tiene muchas esperanzas.
"Los perros han sido entrenados para buscar e indican el lugar donde las personas están atrapadas" explicó.
"Pero como no ha ladrado, es muy probable que la persona esté muerta", dijo.
"Estamos enviando un perro más pequeño para ver si se puede meter hasta donde se encuentre la persona que está debajo, pero es muy poco probable que haya un sobreviviente aquí", agregó.
El viento levanta el polvo, los niños llevan abrigos de invierno con chanclas de verano.
El personal comienza a instalar colchones y almohadas en un jardín y los trabajadores de la Protección Civil distribuyen bocadillos y agua.
"Apenas supe la noticia llamé a mi hermana, una y otra vez, pero no respondió. Me temía lo peor, y estaba en lo cierto. No veo cómo puede haber sobrevivido bajo este derrumbe", dice Bordo.