Belfast
Los signos de división siguen siendo demasiado evidentes en el barrio de Ardoyne, en el norte de Belfast, un bastión nacionalista irlandés que limita con comunidades probritánicas, y donde el brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea) está creando un malestar creciente.
Las pintadas en las paredes celebran a guerrilleros de ambos lados, los muros marcan fronteras entre comunidades católicas y protestantes, y a veces estallan disturbios durante los desfiles anuales de los partidarios unionistas.
Pero, en general, la paz ha prevalecido durante más de 20 años en una zona donde cientos de personas murieron durante el conflicto conocido "The Troubles", "los líos", o "los problemas", que terminó en gran parte con el acuerdo de paz en 1998.
Las organizaciones que trabajan por la paz dicen que eso de debe en gran parte a la Unión Europea (UE), que ha invertido cientos de millones de euros en áreas como Ardoyne, financiando proyectos destinados a reconciliar a las dos comunidades.
Esos fondos están ahora en entredicho por la salida del Reino Unido de la UE, y algunos temen que el propio proceso de paz esté amenazado.
"Nuestro proceso de paz se reforzó definitivamente con fondos europeos", dijo Alan McBride, director del Wave Trauma Center, una organización sin fines de lucro que apoya a las víctimas de la violencia.
Inquietud e incertidumbre. Su centro en el norte de Belfast recibe una "parte considerable" de su financiación de la UE, y McBride dijo que la incertidumbre hace imposible la planificación a largo plazo.
"Nos han dicho que probablemente no habrá problemas con nuestra financiación. Al menos en lo que concierne al dinero de Europa, hasta el 2020, pero más allá de eso, no estamos tan seguros", dijo.
Wave ofrece asesoramiento y psicoterapia, incluso para aquellos que continúan soportando la intimidación de los paramilitares.
"No se trata solo de la época del conflicto, hablamos de la semana pasada", dijo.
Los paramilitares siguen dando palizas como castigo a quienes rompen códigos no escritos en partes de Belfast.
En enero, un oficial de policía resultó herido en un ataque con armas de fuego en Ardoyne atribuido a los disidentes republicanos.
Andrew McCracken, director ejecutivo de la Fundación Comunitaria para Irlanda del Norte, que aporta ayuda económica a varias asociaciones benéficas, dijo que muchas otras ONG afrontan problemas similares.
"Hay incertidumbre en torno al brexit y a qué pasará con la financiación que viene de la UE", expresó
La República de Irlanda también ha expresado su preocupación y dijo que presionará a la UE para que continúe con su "variedad de apoyos políticos que da a Irlanda del Norte y al proceso de paz, incluyendo la financiación".
Bruselas ha inyectado 1.300 millones de euros ($1.400 millones) en el proceso de paz desde 1995, más otros 1.000 millones de euros adicionales para iniciativas transfronterizas que se prevé que duren hasta el 2020.
En Irlanda del Norte, la marginación social se refugia a menudo en organizaciones paramilitares. La gran mayoría de sus miembros fueron reclutados en áreas de la clase obrera como Ardoyne.
Durante las tres décadas de conflicto -de finales de los años 1960 a 1998-, el norte de Belfast sufrió más que la mayoría de las áreas, y fue escenario de 563 muertes violentas de las cerca de 3.500 que hubo en toda la provincia británica.
A pesar de dos décadas de calma relativa, el desempleo en algunas partes de Belfast sigue siendo mucho más alto que el promedio nacional y la apariencia es de decadencia, en lugar de regeneración.
El brexit también ha exacerbado las divisiones entre los dos partidos principales de Irlanda del Norte, con los nacionalistas irlandeses de izquierda del Sinn Féin apoyando la pertenencia a UE y el principal partido unionista defendiendo la salida.
Mientras que en el conjunto nacional el 52% apoyó abandonar el bloque, en Irlanda del Norte ganó la permanencia con el 56% de los votos.
John McCorry, que fue director de la North Belfast Partnership (Alianza del norte de Belfast), manifestó que la financiación es más necesaria que nunca por la creciente polarización entre las dos comunidades.
La organización benéfica de McCorry se vio obligada a cerrar después de 20 años al no obtener dinero del último tramo de financiación de la UE, para el periodo que va hasta el 2020.
"Durante los dos últimos años no hemos conseguido fondos de la UE y eso contribuyó enormemente a nuestra decisión de cerrar", declaró.
McCorry agregó que el brexit fue la última gota para su organización, porque "mata cualquier perspectiva de volver a recibir fondos después de 2020".