Nusa Dua, Indonesia. AFP y AP. La Organización Mundial de Comercio (OMC) selló ayer en Bali un acuerdo “histórico”, el primero firmado tras la creación de la organización en 1995, después de que varios países latinoamericanos, entre ellos Cuba, levantaran su veto.
El director general de la OMC, Roberto Azevedo, no pudo contener la emoción durante la ceremonia de clausura cuando agradeció a Indonesia, los 159 países miembros de la OMC y su propia esposa. “Por primera vez en nuestra historia, la OMC ha cumplido verdaderamente”, afirmó.
Se trata, dijo, de un “paso importante” hacia la realización de un ambicioso proyecto para liberalizar el comercio mundial iniciado en 2001 en la capital de Catar, Doha, que hasta ahora se había quedado en papel mojado.
La OMC cuantifica en un billón de dólares la riqueza que el paquete de Bali inyectará en la economía mundial. “Hoy hemos salvado la OMC y el paquete de Bali”, consideró por su parte el comisario europeo de Comercio, Karel de Gucht.
Por su parte, la organización humanitaria Oxfam se manifestó escéptica, y considera que el acuerdo no aportará gran cosa a los países más pobres.
La idea rectora de la OMC es que si todos los países se guían por las mismas reglas comerciales, todos se beneficiarán, ricos y pobres.
Sin embargo, algunos críticos dicen que las reglas de la OMC podrían dificultar a las naciones fijar sus propias prioridades en protección ambiental, derechos laborales, seguridad alimenticia y otras áreas. También dicen que las súbitas restricciones a los gravámenes a la importación podrían eliminar industrias, causando pérdida de empleos en países ricos y pobres.
Aún falta. El acuerdo de Bali solo representa menos del 10% del ambicioso programa de reformas iniciado en Doha, pero incluso así, muchos negociadores temieron por el futuro de la propia OMC y del multilateralismo en general en caso de un nuevo fracaso.
El paquete, conocido como “Doha Light”, comprende tres pilares: agricultura, con un compromiso de reducir subvenciones a las exportaciones; la ayuda al desarrollo, que prevé una exención creciente de los aranceles para los productos procedentes de los países menos desarrollados, y la facilitación de intercambios, que pretende reducir la burocracia en las fronteras.
El acuerdo de Bali estuvo jalonado por resistencias que hicieron temer lo peor. Primero India exigió poder aumentar sus subvenciones agrícolas. Luego, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela irrumpieron negándose a sellar el acuerdo tras la retirada de una referencia al embargo de EE. UU. a la isla.