Londres
Sólo un tercio de los escoceses quiere independizarse de Gran Bretaña cuando falta un año para un referéndum que será observado de cerca en Cataluña y las regiones europeas con un fuerte movimiento independentista.
El carismático líder escocés Alex Salmond y su Partido Nacional Escocés gobiernan en la región y lograron la convocatoria del soñado referéndum, que tendrá lugar el 18 de setiembre de 2014. Pero los sondeos afirman que sólo un tercio de los 5,4 millones de votantes escoceses se pronunciará por la ruptura con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, unidas desde 1707.
La pregunta será simple -"¿Debe ser Escocia un país independiente?". El debate está centrado más en el futuro -¿sera Escocia más rica? ¿tendrá voz en la escena internacional? ¿seguirá en la Unión Europea o la OTAN?- que en los agravios históricos.
"Ganaremos el debate", dijo Salmond a la AFP, que vio ventajas en perder peso en el mundo. "No tenemos ambiciones de superpoder. No vamos a lanzar invasiones de Irak", precisó en la entrevista, concedida en agosto.
"Es una discusión entre la cabeza y corazón", admitió Michael Moore, encargado de Escocia en el gobierno británico.
Escocia tiene actualmente un gobierno autónomo que decide, entre otras cosas, sobre sanidad y educación. Londres se reserva las competencias en defensa y política exterior.
Edimburgo sostiene que la independencia traería más prosperidad. El mar del Norte tiene unas reservas de petróleo de 24.000 millones de barriles, la mayoría en aguas escocesas. El reparto de los ingresos por petróleo sería uno de los grandes temas a debatir en caso de ruptura, junto al futuro de la base militar escocesa de Faslane, que alberga el submarino nuclear del país.
"El 18 de setiembre de 2014 es la fecha en la que Escocia tiene cita con su destino. Será el momento de decidir: ¿lo mejor de Escocia y lo mejor del Reino Unido o un salto hacia lo desconocido?", dijo el domingo el primer ministro británico David Cameron.
"Espero sinceramente que Escocia decida quedarse en el Reino Unido", dijo, "lo que tenemos funciona, y funciona bien".
Los sondeos conceden sistemáticamente dos tercios de apoyo a mantener el estatus actual y un tercio a la independencia.
"Hay una gran reticencia de los votantes a la independencia porque la ven como muy arriesgada", explicó el profesor Michael Keating, jefe de estudios de política escocesa de la universidad de Aberdeen.
"Los sondeos de opinión han mostrado alrededor de un 30% de apoyo a la independencia en los últimos 20 años y se han visto pocos cambios, aunque se llevan ya seis meses de campaña. Alex Salmond lo tendrá difícil para llevar esa cifra al 50%", agregó Keating.
El caso de Escocia es seguido con atención en Cataluña, la región europea donde la aspiración a la independencia se ha manifestado con más fuerza en los ultimos tiempos.
El gobierno catalán reclama la celebración de un referéndum y reprocha al ejecutivo central de Mariano Rajoy que no lo permita, cómo hizo Cameron.
"Canadá acordó a Quebec el derecho a celebrar dos referéndums", recordó el presidente del gobierno autónomo catalán, Artur Mas, en una tribuna aparecida el martes en el New York Times. "Más recientemente, Gran Bretaña dio a Escocia el derecho a decidir su futuro", agregó, "pero a pesar de todos nuestros esfuerzos buscando este derecho civil básico, España se niega".
Más allá de la convocatoria de una consulta, que el gobierno catalán pretende llevar a cabo en 2014, con o sin permiso de Madrid, la pregunta es qué efecto tendría en Cataluña el resultado escocés.
Para Jaume López, profesor de ciencias políticas de la universidad Pompeu Fabra de Barcelona, experto en procesos hacia la independencia, el resultado en Escocia no influiría porque se prestaría a diversas lecturas.
"Más que el resultado, lo que tiene impacto es que el referéndum se lleve a cabo", a diferencia de en España, dijo López.
"Si fuera un 'no' se podría hablar facilmente de la diferencia abismal que hubo entre la respuesta británica y española a las demandas de Escocia y Cataluña y si fuera un 'sí' se generaría un precedente, sobre todo para medir la respuesta de Europa", concluyó.