El proceso judicial al antiguo presidente iraquí Sadam Husein, que arrancó ayer en Bagdad, constituye una novedad en el mundo árabe: se trata de la primera vez en la historia contemporánea de Oriente Medio que un jefe de Estado árabe se sentará en el banquillo de los acusados.
“Nos hemos situado en el amanecer de una nueva era de nuestra historia. Y no sabemos si será un período de prosperidad o de humillación”, dijo a la cadena de televisión árabe Al-Yazira el director del semanario egipcio Cairo Times , Salah Isa.
Isa, al igual que otros muchos analistas políticos en la región, cree que el proceso al exdictador influirá en el futuro de los países árabes, sobre todo al coincidir con un período en el que se habla de la reforma y la democratización de Oriente Medio.
Primero en siglos
“Por lo que yo recuerdo, este es el primer juicio a un dirigente árabe en la historia reciente e incluso diría más, en los pasados siglos”, subrayó Mohamed Qadri Saeed, investigador del centro egipcio Al-Aharam de Estudios Políticos y Estratégicos.
“Hasta la fecha, los líderes árabes se mantenían en el poder hasta la muerte. Si eran derrocados, se les asesinaba o se les encarcelaba, pero nunca eran juzgados pese a las razones esgrimidas por los golpistas para acabar con sus gobiernos”, recalcó.
Como ejemplo, el investigador recurrió a la agitada historia del Iraq del siglo XX, escenario de varios golpes de Estado que derrocaron monarquías, instauraron repúblicas y tiñeron de sangre los escaños del poder.
El 14 de julio de 1958, un grupo de militares liderados por el oficial Abdelkarim Qasem, asesinaron al rey Faisal II, miembro de una rama de la familia real hachemí que ahora rige en Jordania, y derrocaron el gobierno prooccidental del primer ministro Nuri al-Saeed.
El propio Qasem fue víctima cinco años después de un golpe de Estado, y murió fusilado pocas horas después por una batallón de los insurrectos.
Intrigas palaciegas
La última conspiración palaciega ocurrida en el mundo árabe se urdió en 1995, en Qatar, donde el actual emir, el jeque Hamad Bin Jalifa al-Zani, derrocó a su padre Hamad, a quien envió al exilio.
El anterior presidente sirio, Hafez el-Asad, padre del actual dirigente de ese país, Bachar el-Asad, envió a la cárcel a su predecesor, Nuredin Alattasi, tras el golpe de Estado de 1969, y no lo liberó hasta 25 años después, cuando estaba a punto de morir.
Ni el-Asad ni al-Zani dieron explicaciones para su actuación, ni nadie les pidió cuentas.
“Si el juicio a Sadam Husein ayuda a que emerja un régimen próspero y democrático en Iraq, servirá también para alentar a otros pueblos, que tampoco viven bajo gobiernos democráticos, a seguir el ejemplo iraquí”, subrayó uno de los expertos consultados, quien pidió que no se revelase su identidad.