El médico argentino Gabriel Zilli, especialista en tratamientos para atenuar el dolor en enfermos de cáncer, estaba nervioso. A su lado, en su casa ubicada en una ciudad a 300 kilómetros de Buenos Aires, Argentina, el portugués Fernando Martins Frutuoso y el colombiano Wilmar Yuriano Valencia Estrada, ambos del cartel de os Urabeños, cocinaban arroz en una olla grande.
Mientras el oncólogo estaba intranquilo ante su debut como narcotraficante, sus compañeros practicaban un sofisticado método para que la cocaína quedara adherida a cada grano de arroz.
Esta organización de narcotraficantes colombianos, argentinos, ecuatorianos y portugueses, liderada por los hermanos Erman y Williams Triana Peña tenía previsto enviar a Guinea Bissau, África, con la empresa Euro Export SRL, un cargamento de 46 toneladas de arroz.
La carga iba a llegar a ese pequeño país de 1,5 millones de personas mediante el programa Hambre Cero, de la Organización de Naciones Unidas.
El cargamento fue descubierto por la Gendarmería argentina en el depósito fiscal Binder SRL, en el oeste de Rosario. La cocaína camuflada en granos de arroz había sorteado los controles del escáner de la Aduana, pero no logró engañar al perro golden retriever que olfateó la droga.
En la investigación, se descubrió que esta organización transnacional, creó 30 empresas en Argentina para lavar $5,3 millones.
El exsecretario de Justicia argentino, Guillermo Heisinger, era uno de los principales miembros de esta organización para blanquear el dinero en compañías de distintos rubros: agropecuarias, financieras y servicios fúnebres, como un crematorio de cadáveres ubicado a 20 kilómetros de donde se cocinaba el arroz con cocaína.
África es una nueva ruta del narcotráfico desde América Latina que empieza a preocupar. Los intermediarios en el continente africano que se dedican a introducir la droga en Europa pertenecen a organizaciones criminales enquistadas en los gobiernos, con nexos directos con el terrorismo y el tráfico de armas.
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La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, manifestó que este país suramericano es un mercado atractivo para los traficantes y que parte de la exportación local de cocaína "financia a grupos terroristas" en África.
Bullrich agregó que la cocaína se divide en su paso por África para llegar a Europa. "Servicios de inteligencia de otras naciones nos confirmaron que se les paga 'peaje' a grupos terroristas para hacer las operaciones", declaró.
Según un informe de la Comunidad de Policías de América (Ameripol), por la ruta africana pasa un 30% del total de la cocaína que tiene como destino final Europa.
África se transformó en los últimos cinco años en un punto clave en el mapa del narcotráfico mundial y para las organizaciones criminales de América Latina es una ruta alternativa cada vez más utilizada para llegar a Europa, donde los controles se incrementaron.
La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) activó la alerta y solicitó que se aumenten "los esfuerzos para erradicar el tráfico de drogas y la delincuencia organizada en África occidental, base central para el trasiego de cocaína desde América Latina a Europa".
Pioneros en nuevas rutas
Los principales carteles de droga mexicanos fueron los primeros que incursionaron en la ruta africana. Los Zetas, el cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación tejieron puentes con ese continente con la ayuda de la mafia italiana Ndarngueta desde hace más de siete años.
El cartel de Sinaloa, el cual lideraba Joaquín el Chapo Guzmán, utiliza la ruta de Guinea Bissau para introducir la droga en Europa. En esa región operan tres facciones del cartel.
En marzo del 2016, en Nigeria, fue desarticulado un laboratorio que tenía capacidad para producir cuatro toneladas de metanfetaminas. Cuatro mexicanos habían montado esa fábrica, y se presume que ese estupefaciente sintético tenía como destino Asia, donde el kilo de esa droga puede llegar a pagarse en $300.000.
Los carteles colombianos también tienen aceitados nexos con el continente africano. Las autoridades de ese país calculan que unas 130 toneladas de cocaína –la tercera parte de lo que sale desde Colombia– terminan en puertos africanos antes de ser diseminados por Europa. Esa droga sale por el puerto de Santos, en Brasil.
Alianzas entre carteles
En Togo y Guinea Bissau hay varios colombianos que fueron capturados que llevaban cargamentos de droga en alianzas con redes venezolanas y brasileñas.
Las organizaciones brasileñas como la Familia del Norte (FDN) y el Primer Comando de la Capital (PCC) trabajan con reductos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), así como con el Clan del Golfo y con la banda criminal Los Caqueteños, el cual opera en el sur de Colombia.
Según fuentes de la Dirección Central de Policía Judicial e Inteligencia, Los Caqueteños controlan con la FDN el tráfico de droga por toda la frontera terrestre y fluvial entre Brasil, Perú y Colombia.
Agentes federales de Estados Unidos aseguraron que la droga que ingresa a Brasil termina en Europa, vía Surinam y África.
Varios de los cabecillas de las bandas brasileñas asesinados en las masacres de las cárceles, en enero pasado, se mataron por el control de esas rutas con los narcos colombianos.
En el 2013, los colombianos Rafael Antonio Garavito García y Gustavo Pérez García, fueron capturados por formar parte de una red transnacional aliada con las FARC que llevaba cocaína hacia Guinea Bissau y traía armas para el grupo guerrillero, señalaron agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA).
En el caso de Venezuela, las autoridades estadounidenses avanzan en varias acusaciones que probarían que funcionarios y militares de ese país facilitan el envío de cocaína colombiana rumbo a África y a Europa. La droga sale de la zona del Catatumbo, en el norte, cuyos cultivos se han duplicado en los últimos cuatro años.
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Debido a la amplitud y porosidad de la frontera entre Colombia y Venezuela, se calcula que hay más de 25 pasos habilitados para mover cocaína rumbo a África y a Europa.
Casi todas las rutas narco parten del sur de Bolívar, Cesar, La Guajira, Arauca y Vichada. Los destinos son el estado de Apure, el Zulia, la península de Paraguaná, Caracas y la Isla de Margarita.
Puertos y logística
En Brasil, la puerta de salida hacia África es el puerto de Santos, de donde se envía el 88% de la droga que logra salir de ese país.
Los narcotraficantes, con la ayuda de cómplices, camuflan la cocaína en cargas lícitas dentro de contenedores.
Una de las rutas más dinámicas hacia África es la llamada Carretera 10, por donde sale cocaína de Brasil a naciones de África occidental, antes de ser redistribuida para Europa.
Otros puertos bajo la lupa son el de Montevideo, en Uruguay, y los de Buenos Aires y Rosario, en Argentina. Por ejemplo, la Policía uruguaya detectó que el grupo brasileño Primer Comando de la Capital traficó cocaína desde Montevideo hacia el continente africano.
En Uruguay se descubrieron envíos de droga por correo a África. El 10 de abril, la empresa FedEx denunció dos paquetes sospechosos en Montevideo.
En tanto, el fiscal antidrogas de Perú, Juan Mendoza, aseguró que las mafias africanas negocian la compra de cargamentos en Uruguay, Argentina y Brasil, debido a que Perú es solo un país productor de cocaína.
En Costa Rica también se usa el correo para traficar drogas a África. Las remesas casi siempre son pequeñas cantidades y viajan por correspondencia o en valijas de viajeros que son nativos de países como Nigeria, Congo, Ghana y Sudáfrica.
La utilización de este largo camino para la droga es atribuida al alto precio que pagan por la cocaína en África.