Río de Janeiro
El mayor enemigo del oficialista Partido de los Trabajadores. El Frank Underwood de la política brasileña. El político más poderoso de Brasil.
Así se suele presentar a Eduardo Cunha, un evangélico que arrebató al gobierno la agenda política desde que asumió la presidencia de la Cámara de Diputados hace cinco meses, y que amenaza con poner fin a la coalición que la presidenta Dilma Rousseff precisa para gobernar.
Cunha, que tiene 57 años y es dueño de más de 150 dominios de Internet con la palabra "Jesús", no descarta ser candidato a presidente en el 2018 por el PMDB (centro), el mayor aliado del PT en la coalición desde el 2003.
Aunque el actual vicepresidente, Michel Temer, y el líder del Senado, Renán Calheiros, también pertenecen al PMDB, Cunha parece a veces el mayor enemigo de Rousseff.
Brasil "está mucho más cerca del camino de Grecia que del camino de China", alerta Cunha en momentos en que la economía se contrae, la inflación llegaría al 9% a fin de año y Rousseff busca inversiones en Estados Unidos.
Este diputado que es investigado por corrupción en la estatal Petrobrás (igual que otros 21 de sus colegas de recinto y 13 senadores, incluido Calheiros) ganó una batalla política clave al ser electo este año como jefe de la Cámara baja contra la voluntad del PT, que impulsaba a su propio candidato.
Suele hacer sudar al gobierno, obligándolo a negociar muchísimo más que en el pasado con sus aliados, como ocurrió con la aprobación del ajuste fiscal.
"La coalición está en el CTI (Centro de Tratamiento Intensivo) pero está allí", aunque "es poco probable que siga más allá de 2018; el PMDB tiene que tener un candidato propio", dijo el viernes a un grupo de periodistas extranjeros en Rio.
"Un equipo que no juega no tiene hinchada. El PMDB no presenta un candidato propio a la presidencia hace más de 20 años y tiene que evolucionar", aseveró.
Polémicas iniciativas. Cunha pretende someter a votación esta semana en el plenario la posibilidad de que los menores de entre 16 y 18 años sean juzgados como adultos, un proyecto de ley que languidecía en el Congreso desde hacía 22 años y al que se oponen el gobierno, la Iglesia católica y la ONU.
Dice estar harto de la "ideología gay" y busca que el Congreso apruebe dos proyectos de su autoría: el Día del Orgullo Heterosexual y la criminalización de los prejuicios contra heterosexuales. En pleno ajuste, impulsa asimismo la construcción del 'Parlashopping', un gigantesco centro comercial de $330 millones en el Congreso.
David Fleischer, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, considera que Cunha "tiene ansias de venganza" y que está cobrando al PT viejas rencillas ligadas a nombramientos de cargos políticos a cambio de apoyo político.
"Es como un emperador, con un liderazgo muy fuerte en la propia Cámara", afirmó.
El propio Cunha anunció este lunes al diario Folha de Sao Paulo que impulsará un cambio de sistema de gobierno del presidencialismo hacia el parlamentarismo, que rija a partir del próximo mandato en el 2019.
"Dilma está tan debilitada que Cunha está llenando un vacío, y le ha quitado hasta el derecho de nombrar ministros en la Suprema Corte" al elevar de 70 a 75 años la edad jubilatoria, dijo Fleischer.
¿Qué se siente ser la persona más odiada de Brasil?, preguntó un periodista a Cunha.
Tras una carcajada de sorpresa, el poderoso diputado respondió: "Soy víctima de la oposición al PT que hago, y el hecho de ser evangélico también suscita otro tipo de ataque. Mi índice de aprobación es 70% mayor al de la presidenta de la República (con apenas 10%), así que ella es hasta más odiada que yo", acotó.
Enseguida recordó que "su partido solito no tiene condiciones de gobernar" porque el PT eligió solo a 13% de los integrantes de la Cámara de Diputados y del Senado.
Consultado sobre qué siente cuando es comparado con el siniestro político interpretado por Kevin Spacey en la serie televisiva House of Cards de Netflix, Cunha esbozó una sonrisa. "No la miro", acotó.