Puerto Príncipe
Tendidas en camastros en la clínica de la capital haitiana, una docena de personas reciben suero intravenoso para rehidratar sus cuerpos y evitar una muerte dolorosa.
El más enfermo es un hombre flaco, de aire espectral, debilitado por los vómitos y la diarrea que provoca el cólera. Se espera que todos sobrevivan. El cólera transmitido por el agua contaminada es tratable, pero provoca la muerte en cuestión de horas si no se la trata.
"No sé cómo me la contagié, pero espero no volverme a enfermar de esta manera", dice el paciente Estin Josue, que convalece en un centro de tratamiento en Puerto Príncipe.
Josue y los demás pacientes tuvieron la suerte de enfermarse cerca del primer centro permanente para el tratamiento del cólera en el país. Pero muchos no son tan afortunados en momentos en que Haití lucha contra el brote más grave de la enfermedad en la historia reciente.
La persistencia del brote alarma a los especialistas en salud pública, quienes temen el desvío de atención y recursos a nuevos peligros como el virus del zika.
El vocero de la Organización Mundial de la Salud, Gregory Hartl, dijo que el cólera ya se considera endémico en Haití, es decir, una enfermedad recurrente. Otros han observado que la bacteria del cólera parece estar firmemente asentada en ríos e incluso en las aguas costeras del país.
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"Una vez que se asienta en el reservorio acuático de un país, es sumamente difícil de erradicar", dijo Afsar Ali, investigador de la Universidad de Florida en Gainesville, quien estudia el cólera en Haití desde hace años.
El doctor Joseph Donald Francois, coordinador de las campañas del ministerio de Salud para combatir la enfermedad, cree que Haití puede eliminar el cólera con ayuda internacional. Pero añadió que las campañas carecen de recursos.
En 2013 se anunció un plan de $2.200 millones para erradicar el cólera de la isla que comparten Haití y República Dominicana, pero apenas se ha entregado el 13,8% de esos fondos, $307 millones, de acuerdo con un informe de la ONU de noviembre de 2015.
En el primer año del brote, más de 200 organizaciones internacionales proveían dinero y especialistas para combatir el mal. Ahora son menos de una docena, dijo Francois.Apenas el 24% de los haitianos tienen acceso a baños, las aguas residuales son escasamente tratadas y el agua potable es inaccesible para muchos. Jean Bertho, un trabajador desempleado que pasaba frente a una quebrada llena de basura meneó la cabeza cuando se le preguntó sobre la enfermedad.