Bogotá. AFP. El Gobierno de Colombia está dispuesto a pactar una tregua bilateral con las FARC antes de finalizar los diálogos de paz con esa guerrilla, anunció ayer su jefe negociador, Humberto de la Calle, pese a que las pláticas pasan por su “peor momento”.
“Estamos dispuestos a aceptar un cese del fuego , aun antes de la firma de un acuerdo”, dijo el representante del Gobierno en el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en una entrevista concedida al periodista Juan Gossaín y divulgada por la oficina estatal del Alto Comisionado para la Paz.
Según De La Calle, es posible cambiar la posición inicial del Gobierno, opuesta a un alto el fuego antes de la firma de un acuerdo final de paz, “en la medida en que sea serio, bilateral, definitivo y verificable”.
Además, las FARC deben ofrecer “la garantía de que asumen su responsabilidad en materia judicial y verificación nacional e internacional”, agregó, a propósito del espinoso tema de la justicia transicional, en discusión en las conversaciones que avanzan desde noviembre de 2012 en Cuba.
Tradicionalmente, la administración del presidente Juan Manuel Santos se ha opuesto a una tregua bilateral por considerar que la guerrilla podría aprovecharla para fortalecerse.
Además, insistió De La Calle, “aquí hay otras fuentes de violencia, distintas a las FARC, y no podemos decirle a la fuerza pública que se esté quieta”.
En los más de 50 años del conflicto interno en Colombia, que ha dejado al menos 220.000 muertos y más de seis millones de desplazados, han participado además otras guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha, fuerzas militares y bandas narcotraficantes.
La posibilidad de un alto el fuego antes de la firma de un acuerdo de paz la abrió así, por primera vez, De La Calle, pese a que, según afirmó en la misma entrevista, “el proceso de paz está en el peor momento” desde que se iniciaron “las conversaciones”.
En el último mes hubo un incremento de las acciones armadas de la principal guerrilla del país, entre ellas la voladura de oleoductos, con cientos de miles de galones de crudo vertidos, derribamientos de torres de energía y más de una decena de uniformados muertos en distintas zonas del país.