Cartagena de Indias
Luego de medio siglo de sangrientos combates y cuatro años de tensas negociaciones para llegar a la paz, comienza el trabajo duro para Colombia.
Los 7.000 guerrilleros que se estima tienen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregarán sus armas durante los próximos seis meses a un grupo supervisado por las Naciones Unidas.
Pero una vez en efecto el cese del fuego permanente tocará abordar una cuestión delicadae: la justicia y compensación de las millones de víctimas del conflicto. Parte del trato incluye que los rebeldes que confiesen sus crímenes evadirán penas en prisión y, a cambio, deberán realizar servicios comunitarios en las zonas más afectadas por el conflicto armado.
Este punto no ha caído bien entre los colombianos y es el principal factor por el cual muchas personas anticiparon que votarán por el no en el plebiscito del 2 de octubre para refrendar o rechazar el acuerdo.
"La verdad yo sé que esos señores de las FARC son muy complicados, pero desde que no haya más muertos yo me aguanto cualquier cosa, incluso que esos señores no paguen cárcel" , dijo a The Associated Press Laura Sánchez, una estudiante de enfermería de 24 años que llegó a Bogotá en el 2009 con su familia huyendo de la violencia del departamento de Arauca.
Según las últimas encuestas sobre intención de voto, el sí triunfaría por un amplio margen en la consulta popular del domingo.
De acuerdo con con esos estudios, la opción del sí registra entre 55% y 66% de las adhesiones.
Una encuesta de la firma Datexco, publicada por el diario El Tiempo y W Radio, estima que 55% de los colombianos votará sí en el plebiscito y 36,6% lo hará por el no. Asimismo, un 4,7% de los más de 2.100 encuestados entre el 24 y el 26 de setiembre vía telefónica dijo estar indeciso y 3,7% prefirió no responder.
En otro sondeo elaborado entre el 21 y el 25 de setiembre por la firma Ipsos Napoleón Franco y divulgado por RCN y la revista Semana, la intención de voto por el sí se situó en 66% y por el no en 34%.
"Como familia esperamos que pueda ser un real paso hacia la reconciliación entre los colombianos... Esperamos ansiosos cuál va a ser el veredicto del pueblo el próximo domingo" , dijo Juan Sebastián Lozada a AP.
Lozada, su madre y su hermano fueron secuestrados en julio del 2001 por las FARC. Por entonces, él tenía 15 años y su hermano, 17.
"La vida me cambió totalmente. Me tocó madurar a los golpes. Perdí en la selva los mejores años de mi vida", recordó emocionado.
Los jóvenes estuvieron tres años secuestrados y fueron liberados tras el pago de un rescate. Su madre recuperó la libertad en el 2008.
Huellas de la violencia. Las marcas de la violencia no solo están en la memoria. También están en la tierra en miles de minas plantadas en varias regiones del país que el gobierno y las FARC se han comprometido a extraer de manera conjunta.
El martes, las autoridades informaron de que mientras la víspera el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC Rodrigo Londoño, alias " Timochenko " , ponían su firma al acuerdo de paz un niño murió en un alejado poblado del interior al pisar una mina antipersonal.
"Entró a un sembradío de plátano y murió por la explosión de la mina" , dijo el ministro Rafael Pardo, alto comisionado para el posconflicto. El menor tenía seis años y estaba jugando al fútbol.
Pardo indicó que hay unos 700 poblados sembrados de minas y que removerlas llevará cinco años y unos $320 millones.
Tareas pendientes. Para el largo plazo, las partes establecieron un plan de desarrollo de las zonas rurales de Colombia que incluye terminar con la desigualdad en la distribución de la tierra y erradicar los cultivos ilegales de coca que en la década de 1980 fortalecieron a las FARC.
"Este es solo un principio", comentó el vendedor ambulante Tayron Vega, de 53 años, y para quien las desigualdades sociales que llevaron en el pasado a la violencia siguen presentes en Colombia.
Otro riesgo para la seguridad es la permanencia en actividad de un grupo guerrillero más pequeño, pero más ideologizado, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Junto con algunos grupos armados, esa organización podría intentar llenar el vacío que deje el retiro de las FARC.
El Gobierno y el ELN anunciaron que mantienen conversaciones para un desarme, pero esas pláticas están sujetas a que el grupo abandone los secuestros.
Esta semana, el ELN ordenó un cese unilateral del fuego para permitir el plebiscito del acuerdo con las FARC, un gesto que indicaría que están dispuestos a flexibilizar sus posiciones, aunque hasta ahora no se ha manifestado sobre la eventual liberación de los detenidos.
En la ceremonia del lunes Timochenko pidió perdón a las víctimas del conflicto y Santos dio la bienvenida a la vida civil a quienes por años, reconoció, fueron sus mayores enemigos.
Un día después de la firma, el país se mueve entre el deseo del fin de la guerra y el escepticismo.
"¿Será que ahora las FARC ya no van a molestar más? Ah, yo no creo", expresó Jaime Cristancho, un taxista de 49 años.
Por ahora ,Colombia no está sola en la reconstrucción tras la guerra. La víspera la Unión Europea sacó a las FARC de su lista de organizaciones terroristas y creó un fondo de 600 millones de euros para el postconflicto.
El martes, en tanto, la OEA renovó su programa para trabajar en las poblaciones que estaban bajo el control de la guerrilla, informó el secretario general de la organización Luis Almagro.