Bogotá
Carlos González quiere la paz de Colombia, pero no el pacto que negoció el Gobierno con las FARC para alcanzarla. Su rechazo, como el de la mayoría de los votantes este domingo, muestra un país profundamente dividido sobre cómo superar medio siglo de guerra.
"Voto sí a la paz votando no al acuerdo que se desarrolló en La Habana", dijo a AFP este estudiante de 19 años mientras festejaba el sorpresivo desenlace del plebiscito en la sede del no.
El ajustado resultado, de 50,21% de rechazo frente al 49,78% de respaldo, tomó por sorpresa a ambos comandos de campaña, instalados en una casa en el norte de Bogotá, para el no, y en el icónico Hotel Tequendama en el centro, para el sí.
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"Yo estoy de acuerdo con las segundas oportunidades, pero no con la impunidad", exclamó Mónica González, sobre uno de los argumentos más utilizados por los contrarios al acuerdo de paz negociado durante casi cuatro años en Cuba, entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y los rebeldes.
Esta mujer de 36 años recordó que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) asesinaron a su abuela en el departamento del Cesar (noreste) en el 2011, y en la misma época secuestraron a sus tíos.
Por eso es que rechaza el acuerdo, entre otras cosas por las penas alternativas a la cárcel que prevé para aquellos que confiesen sus crímenes, dijo.
"Se salvó la democracia, se salvó el futuro de mis hijos, de mi familia y se le dijo no al comunismo", gritaba Jesús Vivas, un pensionado de 58 años.
A su lado, los eufóricos simpatizantes clamaban "¡Ganamos, ganamos!", "¡No más FARC, no más FARC!" y "¡Los acuerdos se negocian en Colombia y no en La Habana!".
La sorpresa era tal en la sede del no que muchos se abrazaban, lloraban y cantaban.
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"Sigue la reconciliación pero bajo los principios de una sociedad sana, no regalándole el país a 7.000 bandidos y a la vanidad de Santos", dijo la congresista del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, conocida por sus recalcitrantes posiciones.
En su residencia en Rionegro, cerca de Medellín, bastión uribista, el exmandatario ordenó comprar empanadas y chorizos para sus partidarios agolpados frente a su casa.
Espoleados por las encuestas, los del sí, liderados por el presidente Santos, exministro de Defensa de Uribe durante la mayor ofensiva militar contra las FARC, tenían preparada una celebración en el elegante Salón Rojo del Tequendama. Pero a medida que avanzaba el conteo de votos los rostros de los presentes pasaron del desconcierto al llanto.
"¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser?", gritaban algunos de los 500 simpatizantes ataviados con camisetas blancas con el lema: Vota sí y para esta guerra ya.
Consternados tras asumir la derrota, la mayoría hablaba sobre todo de la incertidumbre en el futuro.
"Estoy muy decepcionado de que el país esté diciendo no. No sé qué va a pasar, pero espero que no vuelvan a la guerra", pedía Juan Cruz, de 43 años, que portaba una bandera de Colombia.
En un rincón a pocos metros, el ingeniero bogotano Jorge Cifuentes reconocía con rostro desencajado que nadie estaba preparado para esto, no había plan B.
"Ahora no sabemos qué puede pasar, pero está claro que las condiciones que se les dio a las FARC para el acuerdo han pesado mucho y la falta de movilización del electorado colombiano también", afirmó el ingeniero.