El panorama no es alentador. Venezuela inicia el año con una inflación del 63%, la más alta del mundo, y una escasez de alimentos sin precedentes.
La bonanza petrolera representa solo una reminiscencia de alguna época próspera y la inquietud de la mayoría de los ciudadanos es sobre lo que hace falta en la casa: leche, café, arroz, pañales, medicinas, papel higiénico, azúcar, jabón y aceite.
Pese a que enero se caracteriza por el desabastecimiento de productos, debido a que la falta de rendimiento en diciembre por vacaciones es compensada con inventario, esta vez la situación superó los límites.
El país, además, muestra una economía en recesión debido a la drástica caída de los ingresos petroleros y una deuda del Estado al sector privado nacional e internacional de al menos $20.000 millones.
Ante la crisis, faltan respuestas. El presidente Nicolás Maduro dijo que implementaría medidas para paliar estos efectos y según dijo el sábado, las dará a conocer el martes. Se esperaba que el jueves, el mandatario diera un mensaje en televisión nacional, pero extendió la gira que realizaba en Asia , donde esperaba hallar los respiros económicos que urge Venezuela.
Ansiedad. La incertidumbre crece en el país, especialmente en Caracas, cuyos supermercados nunca habían evidenciado las consecuencias de la escasez como hasta ahora.
Las filas en las afueras de los locales se extienden en ocasiones hasta por un kilómetro.
Este escenario ha estimulado la proliferación de trabajos como el cuido de espacios en filas, el envío de alertas cuando llegan los productos a través de mensajes de texto y la venta de artículos con precio regulado.
“Tenemos una creación de una economía paralela muy irregular y lamentablemente participar en esto es mucho más rentable que tener un trabajo formal”, explicó Rafael Uzcategui, coordinador general del Programa Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea).
Uno de los hechos que más preocupa a Uzcategui es la detención de al menos 12 personas mientras protestaban de forma pacífica el fin de semana pasado.
“Son medidas que están aumentando el malestar de la ciudadanía, porque esta exigencia de respuesta tiene que ser canalizada democráticamente por el Ejecutivo nacional, en la medida que no haya respuesta y más se reprima esta posibilidad, estamos advirtiendo de que se va a abrir la puerta o se van a estimular las protestas violentas”, señaló.
Esto coincide con el relato de la periodista venezolana Marjuli Matheus, quien afirma que hay mucha tensión entre los ciudadanos y los ánimos están crispados principalmente en el gremio empresarial y político.
Al respecto, el presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela ( Fedecámaras ), Jorge Roig, comentó que aún no es posible adelantar cuándo se podría encauzar el abastecimiento, así que por lo pronto le están pidiendo al sector productivo que mantenga la calma.
“La gran tragedia es que el consumidor siente que no se va a corregir y como ahora siente eso compra más productos de los que debería”, comentó Roig.
La situación también lanza un [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20150116_0014]]reto para la oposición[[END:INLINEREF]], la cual se considera “unida y fuerte” y podría convocar a movilizaciones.
Venezuela espera y agota su paciencia en busca de respuestas, queda por ver cuándo y cómo las dará el Gobierno.