La Habana
Nunca antes había estado tan cerca la paz en Colombia, coincidieron el jueves las FARC y el gobierno al conmemorar tres años del inicio de diálogos en Cuba, que aun deberán superar varios obstáculos antes de poner fin al conflicto armado más viejo del continente.
"Las perspectivas de alcanzar un acuerdo final brillan como nunca antes en el horizonte de Colombia", dijo Iván Márquez, jefe negociador de la guerrilla comunista, en una conferencia de prensa en La Habana.
En una inusual coincidencia de términos, Humberto de la Calle, líder negociador del gobierno colombiano, señaló en un mensaje por separado: "Hemos avanzado como nunca antes en un proceso de paz con las FARC".
De esa forma, ambas partes enviaron un mensaje optimista sobre el proceso de paz -el cuarto que emprende Colombia en medio siglo de lucha armada de las FARC-, si bien no dejaron de señalar las dificultades que aún restan por resolver antes de cantar victoria.
Sin embargo, esta constituye una esperanza sin precedentes que se afianzó el 23 de setiembre con el histórico apretón de manos en La Habana entre el máximo líder de las FARC, Timoleón Jiménez, y el presidente colombiano Juan Manuel Santos.
Ese día ambos anunciaron, para sorpresa general, un acuerdo sobre el futuro legal de los combatientes, un punto crucial en las conversaciones, y un plazo máximo de seis meses para sellar la paz.
Hasta el momento las FARC y el gobierno han alcanzado tres acuerdos (reforma agraria, drogas ilegales, y participación política de los rebeldes), y quedan por definir los relacionados con la reparación de las víctimas -actualmente en discusión- el desarme y el mecanismo de refrendación de los pactos.
"El proceso ha tomado más tiempo de lo esperado, eso es cierto, ya es hora de terminar. Nos encontramos en la recta final, pero tampoco podemos negar que estamos ante los temas más complejos", advirtió De la Calle.
De su lado, Márquez indicó que en los puntos ya negociados quedan "28 salvedades" por tratar.
La negociación, en la que Cuba y Noruega actúan como mediadores, se lleva a cabo sin un cese bilateral al fuego. Al respecto, las FARC dijeron que han definido en un 90% el acuerdo con el gobierno para que se suspendan formalmente las acciones armadas de lado y lado.
"Hemos logrado construir en más de un 90% el esqueleto de ese acuerdo general; hemos avanzando considerablemente, asimismo, en la construcción de los protocolos que desarrollan ese acuerdo", dijo el guerrillero Carlos Antonio Lozada.
Paralelamente a los acuerdos, la guerrilla y el gobierno pusieron en marcha un plan de desminado y crearon una Comisión de la Verdad que deberá arrojar luz, probablemente a finales de 2016, sobre los abusos cometidos durante el conflicto.
Las FARC suspendieron los secuestros con rescate y la compra de armas, a la vez que mantienen desde el 20 de julio un cese al fuego unilateral, mientras el gobierno suspendió los bombardeos a los campamentos guerrilleros.
Pese al buen ánimo refrendado este jueves, gobierno y FARC pasaron lista a sus divergencias persistentes.
Por un lado, Márquez señaló los "nubarrones" que se posan sobre los diálogos por cuenta del "unilateralismo" y el "empecinamiento intransigente" en la búsqueda de acuerdos.
De la Calle aprovechó la fecha para pedirle a los guerrilleros que acaben con las extorsiones a civiles, y den el siguiente paso: "reincorporarse a la vida civil, participar sin armas en la construcción de una nueva Colombia".
Además, incluso antes de que el tema sea abordado formalmente, las partes se enfrentan por el mecanismo de refrendación de un acuerdo final de paz.
El gobierno se mantiene firme en su voluntad de ratificarlo por la vía de un plebiscito, pero la guerrilla aboga por una Asamblea Constituyente.
Para Jairo Libreros, profesor de la Universidad Externado de Colombia, "el principal reto es ahora acordar el tema de justicia: determinar cuántos años de cárcel deben pagar los guerrilleros que han cometido delitos atroces".
Con la fecha límite del 23 de marzo en la mira, los negociadores tienen claro que esta cuarta tentativa de paz debe ser la definitiva, para pasar la página de un conflicto que ha causado en medio siglo al menos 220.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos y seis millones de desplazados.
Si el gobierno y las FARC firman la paz, las partes ya acordaron convocar una fuerza internacional encargada de supervisar su aplicación. En Colombia, la opinión pública quiere creer en la posibilidad de la paz, y el 52% de la población es optimista, según un reciente sondeo de la firma Gallup.
El enviado especial del gobierno de Estados Unidos para las negociaciones, Bernard Aronson, escuchó atentamente este jueves las intervenciones de la guerrilla y el gobierno, pero declinó ofrecer declaraciones a la prensa.