Caracas
La oposición venezolana advirtió este lunes de que la continuidad del diálogo depende de los "gestos" que haga el gobierno y aseguró que mantiene su ofensiva para destituir al presidente Nicolás Maduro, en un creciente clima de desconfianza y divisiones internas.
"De gestos concretos del gobierno dependerá que este diálogo tenga o no continuidad. Que se haya abierto no quiere decir que se va a paralizar la lucha", señaló el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba.
Delegados de ambas partes acordaron la madrugada del lunes una agenda de conversaciones, tras una reunión que inició la noche del domingo, bajo auspicio del Vaticano, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y una comisión de exgobernantes encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero (España).
La excarcelación de opositores y elecciones anticipadas o reactivación del referendo revocatorio -cuya suspensión hace 11 días agravó la crisis-, son las principales peticiones de la MUD a un gobierno que niega que haya presos políticos y que sostiene que no se va a "dejar tumbar".
Elías Jaua, uno de los negociadores del gobierno, aseguró que "el gobierno ni pone ni suelta presos", sino la Justicia, y responsabilizó a la MUD de que "el referendo esté suspendido" por hacer "fraude" en el proceso.
Las partes volverán a reunirse el 11 de noviembre en Caracas, pero antes trabajarán en mesas separadas sobre temas como respeto al Estado de derecho; justicia, derechos humanos y reconciliación; crisis económica y social, y el espinoso asunto electoral.
Reto para la oposición. Para el consultora Eurasia Group (con sede en Nueva York), el gobierno asiste al diálogo con dos objetivos: "Dividir a la oposición y ganar tiempo".
Las grietas quedaron al descubierto. Uno de los principales partidos de la MUD, Voluntad Popular, del encarcelado Leopoldo López, y otras 14 agrupaciones de la coalición se marginaron del diálogo.
"Nuestro gran temor es que el diálogo solo oxigene al gobierno", dijo el coordinador de Voluntad Popular, Freddy Guevara.
Los seguidores de la MUD están reclamando a sus líderes firmeza para destituir al presidente Nicolás Maduro, en medio de una devastada economía, inseguridad e inflación disparada. Según la firma Venebarómetro, Maduro tiene una impopularidad del 76,4% y 67,8% apoya revocar su mandato, que termina en enero del 2019.
"Para crear confianza en el diálogo tenemos muy poco tiempo, la magnitud de la crisis toca todo el cuerpo, aquí no hay hueso sano, el desespero en la calle es altísimo", aseveró el sociólogo político Francisco Coello.
Pese a las pláticas, la MUD seguirá su ofensiva, aunque podría bajar el tono.
La mayoría opositora parlamentaria prevé declarar a Maduro en "abandono" del cargo, acusándolo de la crisis y de incumplir sus funciones, en una sesión a la que fue llamado el martes.
"La Justicia declaró en desacato a la Asamblea y sus decisión son nulas. Además, no hay en la Constitución ningún artículo para evaluar o juzgar al presidente. Que dejen de mentirle al pueblo", aseguró el jefe de la bancada oficialista, Héctor Rodríguez.
Sobre la otra táctica, la calle, Torrealba anunció que "reformularán" una marcha prevista para el jueves hacia el palacio de Miraflores. Pero Guevara adviritió de que "el diálogo va a funcionar solo con el pueblo movilizado".
"La marcha no está autorizada, no puede llegar a Miraflores porque allí hay una concentración de miles" de chavistas, aseguró Jaua.
Mucho recelo. Durante la instalación de la mesa, Maduro afirmó que asumía su "compromiso total y absoluto" con el dialogo. Pero el recelo es demasiado grande.
El conflicto de poderes que estalló tras ganar la oposición los comicios legislativos del 6 de diciembre, ha traído unas 30 decisiones del parlamento anuladas por la justicia, marchas y contramarchas y una incendiaria retórica de insultos y amenazas mutuos.
Los buenos oficios del Vaticano son, entonces, clave. "Es urgente que haya un árbitro confiable porque la pelea es extremadamente desigual, con referí es peligrosa, sin referí es suicida", afirmó Torrealba.
"A Maduro no le creo ni los buenos días, son unos diablos capaces de todo, pero sí confío en el papa Francisco", afirmó el excandidato presidencial Henrique Capriles.
En este clima de desconfianza, Estados Unidos, acusado por Maduro de respaldar a la oposición para darle un golpe de Estado, envió este lunes a Caracas al subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon, en apoyo al diálogo.