Brasilia
La presidenta Dilma Rousseff llamó este jueves a los brasileños a movilizarse para resistir lo que consideró un golpe en su contra, en su primer discurso tras ser suspendida por el Senado para ser sometida a un juicio político.
"La población sabrá decir no al golpe (....) A los brasileños que se oponen al golpe, sean del partido que sean, les hago un llamado, manténganse movilizados, unidos y en paz", sostuvo Rousseff ante periodistas y funcionarios en el Palacio de Planalto.
"La lucha por la democracia no tiene fecha para terminar. Es una lucha permanente que nos exige dedicación constante", afirmó.
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Rousseff, que fue reemplazada de manera interina en la presidencia por su exaliado y ahora enemigo Michel Temer, su vice durante más de cinco años, debe abandonar este jueves el Palacio de Planalto.
Mientras dure el juicio político que se le inició por maquillaje de las cuentas públicas, durante un máximo de 180 días permanecerá en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial.
"Lo que está en juego no es apenas mi mandato, lo que está en juego es el respeto a las urnas, a la voluntad soberana del pueblo brasileño y la Constitución", afirmó una desafiante Rousseff, vestida con un impecable traje blanco.
"Lo que está en juego son las conquistas de los últimos 13 años, las ganancias de las personas más pobres y la clase media", añadió en referencia a los programas sociales impulsados por su izquierdista Partido de los Trabajadores, que gobernó Brasil desde 2003.
La exguerrillera de 68 años, que fue torturada y encarcelada durante la dictadura militar y se convirtió en 2011 en la primera mujer presidenta de Brasil, confesó que sufre "una vez más el dolor abominable de la injusticia".
"Lo que me duele más en este momento es percibir que soy víctima de una farsa política y jurídica", aseveró.
Rousseff es acusada de "crimen de responsabilidad" por encubrir déficit presupuestarios y engrosar las arcas con préstamos de bancos estatales durante su campaña a la reelección de 2014.
La mandataria asegura no obstante que es víctima de un "golpe moderno" liderado por el "traidor" Temer y el expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, suspendido por la Corte Suprema por obstruir investigaciones de corrupción en su contra. Ambos pertenecen al partido de centro derecha PMDB.
"El mayor riesgo para el país es ser dirigido por un gobierno sin voto (...) que no tendrá legitimidad para implementar soluciones para los desafíos de Brasil", aseveró tras recordar que fue electa con 54 millones de votos para gobernar hasta fines de 2018.