La Paz
El presidente de Bolivia, Evo Morales, tomó posesión de su tercer mandato consecutivo, hasta 2020, en una ceremonia realizada en la Asamblea Legislativa Plurinacional y con miles de indígenas, campesinos y movimientos populares leales vitoreándolo en las afueras.
El mandatario juró con el puño izquierdo en alto "por el pueblo boliviano y por la igualdad de todos los seres humanos" desempeñar el alto cargo para el cual fue reelecto.
Morales, elegido en octubre pasado con el 61% de los votos, fue ungido previamente el miércoles como líder espiritual de los pueblos indígenas en una ceremonia mística en un centro ritual de la cultura Tiwanaku.
En sus primeros nueve años de gobierno, Morales nacionalizó las riquezas naturales, entre ellas los hidrocarburos, y dio al Estado el control de las principales empresas de caracter estratégico como las telecomunicaciones o la electricidad.
Favorecido por el precio del gas —que exporta a Brasil y Argentina—, el Estado boliviano percibió cuantiosos recursos que permitieron mejorar la distribución del ingreso en beneficio de los sectores populares.
Sin embargo, "ahora tendrá que gobernar en el marco de la caída del petróleo y por ello de baja de precios del gas, es decir, que tendrá que hacerlo ya no en condiciones del boom económico de los nueve años anteriores", dijo a AFP el analista Carlos Toranzo.
Fue el propio Morales el que llamó a su equipo de gobierno a demostrar su capacidad y prepararse para la crisis, a lo que su ministro de Economía, Luis Arce, respondió: "Vamos a seguir creciendo, porque los precios internacionales ayudan, pero no son una condición suficiente ni necesaria".
Bolivia prevé para este año un ritmo de crecimiento económico de 5,9%, muy parecido al de 2014, cuando su PIB alcanzó los $30.000 millones.
Con el dominio absoluto del Congreso, el gobernante tendrá autonomía para, por ejemplo, hacer reformas a la devaluada justicia boliviana o, eventualmente, modificar la Constitución y abrir la posibilidad de un cuarto mandato.
La confirmación a los temores de la debilitada oposición pareció darla el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, al afirmar que el rito del miércoles en Tiwanaku tenía "el objetivo de mostrar un liderazgo continental y anticipar un liderazgo planetario de cara a 2025".
Sin embargo, el mandatario, de 55 años, sostuvo el lunes en rueda de prensa que "nunca había pensado de verdad ese tema" de modificar la Constitución para una posible reelección.
El tercer mandato de Morales podría tener notorias variantes respecto a los dos anteriores, marcados por una posición fuertemente alineada con el denominado socialismo del siglo XXI, encarnado por la Venezuela del extinto Hugo Chávez.
Morales dio pautas de un nuevo concepto en su discurso de investidura indígena del miércoles.
"Desde aquí nos proyectamos al siglo XXI como una de las naciones descolonizadas del mundo en donde el vivir bien sea nuestra filosofía. El liberalismo y el socialismo europeo no nos sirven para este objetivo. Ellos pasaron a la historia junto a la república liberal y colonizadora de Bolivia", expresó.
Morales tiene también como asignatura pendiente una inminente normalización de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, congeladas desde la expulsión recíproca de embajadores y la salida de Bolivia en 2008 de la agencia antidrogas norteamericana, la DEA.
Bolivia "no tendrá el margen de autonomía de la década pasada" por lo que "estará obligado a salir a captar recursos financieros para su desarrollo y buscar mercados para sus productos", vaticinó el excanciller Gustavo Fernández, citado por el diario Página Siete.
Por tanto, "la política exterior boliviana del próximo quinquenio deberá fundarse más en la promoción o defensa de los intereses económicos y políticos concretos de la nación y menos en preconceptos ideológicos", estimó.