Bogotá
Las FARC avanzaban este martes en Colombia en su "última marcha", como el Gobierno denominó al traslado de los guerrilleros a los sitios donde en un máximo de seis meses deberán dejar las armas tras más de medio siglo de conflicto armado.
"Al día de hoy (martes) habrán entrado 4.329 hombres de las FARC a las zonas y esperamos que entre hoy y mañana (miércoles) se complete el traslado de 2.000 hombres restantes", dijo en conferencia de prensa el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo.
Aclaró que unos 6.300 guerrilleros, y no 5.800 como había estimado inicialmente el grupo rebelde, son esperados en las 26 zonas en todo el país donde, bajo supervisión de la ONU, deberán desarmarse y prepararse para la reinserción a la vida civil.
En botes y canoas desde remotos parajes, a pie o en camiones por inhóspitas trochas, los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cargan sus enseres, en muchos casos acompañados de sus mascotas.
La concentración de las tropas de la guerrilla más grande y antigua del país estaba prevista para el 31 de diciembre en el acuerdo de paz firmado en noviembre, pero se postergó hasta este martes por problemas logísticos.
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El presidente Juan Manuel Santos, flamante Nobel de Paz, ha reconocido el "desafío" que significó adecuar los lugares, por la dificultad de acceso debido a su lejanía y falta de infraestructura.
El jefe de las FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), propuso incluso la semana pasada "replantear" nuevamente la fecha de llegada de las FARC a los diferentes puntos, porque en al menos tres de ellos aún no había nada construido y otros tres carecían de electricidad o agua.
Según un informe presentado este martes por la Fundación Paz y Reconciliación, una ONG que investiga el conflicto colombiano, solamente uno de los puntos de desarme, el de Anorí, departamento de Antioaquia (noroeste), está listo para recibir a los rebeldes.
"La preparación de las zonas de desarme está en un 30% a 35%", dijo León Valencia, director de la organización.
Las movilizaciones, acompañadas por la ONU y el Gobierno, empezaron el sábado y se espera que terminen en los próximos días.
"No hemos tenido un solo incidente grave, no hemos tenido un solo caso de miembros de las FARC que digan: 'Nosotros no nos vamos a mover'", aseguró Jaramillo, al celebrar este avance como un paso "extraordinario" en la implementación de la paz.
El funcionario, plenipotenciario en las negociaciones de paz desarrolladas durante cuatro años en Cuba, reiteró que por el momento no está contemplada la llegada a las zonas de concentración de milicianos de las FARC, que según estimaciones oficiales serían entre uno y tres por cada combatiente.
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También detalló que los guerrilleros presos que están recibiendo amnistías e indultos por estos días podrán ir igualmente a las zonas de desarme, si es su voluntad, para beneficiarse de los proyectos previstos.
Dijo además que los que no reciban amnistías serán ubicados en unas "zonas especiales" dentro de los puntos de concentración, mientras se definen sus casos en la justicia especial acordada en el pacto de paz.
'Paz completa'
Tras el fin del conflicto con las FARC, el Gobierno confía ahora en conseguir la "paz completa", con un pacto con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), alzado contra el Estado desde 1964 y última guerrilla activa.
Para esto, ambas partes se aprestan a lanzar negociaciones formales el 7 de febrero en Quito, luego de más de tres años de conversaciones confidenciales.
Antes, acordaron que este jueves el ELN pondrá en libertad al excongresista Odín Sánchez, en su poder desde abril pasado, y simultáneamente el Gobierno indultará a dos combatientes, tras nombrar facilitadores de paz a otros dos guerrilleros presos.
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Sin embargo, el ELN anunció este martes que tiene en su poder a un soldado que el Ejército reportó como desaparecido días atrás, por estar "desarrollando labores de espionaje" en el departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, según indicó en un comunicado.
El Gobierno no se ha pronunciado aún sobre el tema.
Colombia llora más de 260.000 muertos en medio siglo de violencia fratricida, que ha involucrado a guerrillas, paramilitares y agentes de la fuerza pública.