Río de Janeiro
Miles de enojados manifestantes salieron a las calles de Río de Janeiro este viernes para protestar contra el presidente interino, Michel Temer, y los Juegos Olímpicos.
Con carteles que portaban mensajes como "Juegos de la exclusión" o "Estado asesino", unos 500 manifestantes se acercaron en la tarde a 1.400 metros del estadio Maracaná, escenario el viernes de la apertura de las primeras Olimpíadas de la historia en Suramérica, y al final de la protesta fueron dispersados por la policía con gas pimienta y bombas de estruendo.
La protesta fue liderada por un grupo vestidos de negro, encapuchados o con los rostros cubiertos con máscaras antigas y pañuelos, y eran escoltados por policías en uniforme de combate y a caballo, mientras helicópteros sobrevolaban la zona.
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Frente a la playa de Copacabana hubo otra manifestación contra Temer, encargado de inaugurar los Juegos.
Temer no fue presentado al inicio de la ceremonia de inauguración, pese a que estaba previsto en el programa oficial. Al principio, por la megafonía del estadio Maracaná se presentó al presidente del Comité Olímpico Internacional, el alemán Thomas Bach, no así al gobernante interino.
"Esta Olimpíada es una oportunidad perdida, es un sueño robado. No hay legado para la población ni legado para el medio ambiente", dijo el manifestante Pedro Cunha, mientras quemaba una camiseta verde y amarilla de la selección nacional de fútbol.
"Calamidad olímpica", se leía en un inmenso cartel en un juego de palabras con la frase "Ciudad olímpica".
La presidenta Dilma Rousseff fue suspendida en mayo mientras es juzgada por el Congreso por presunto maquillaje de las cuentas públicas. Fue reemplazada de manera interina por su exaliado y vicepresidente, Michel Temer, a quien Rousseff acusa de tramar un golpe en su contra.
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Un show
"Esta fiesta no fue hecha para el pueblo, los eventos están lejos de donde vive la población pobre. Estoy protestando por la precariedad de nuestras escuelas públicas y por nuestros salarios, que cobramos en cuotas", dijo el maestro Guilherme Moreira Dias, de 38 años, que trabaja en una escuela primaria de Duque de Caxias, una de las zonas más pobres de Río.
Andrea Pavoni, académico italiano de 35 años que vive en Rio, que estudia geografía urbana y ayudó a organizar la protesta, aseguró que los Juegos "han acelerado el proceso de división de la ciudad en una parte para los ricos y otra para los pobres, sin educación ni servicios básicos".
"No a las Olimpíadas", "Fuera Temer" y "Fuera todos", estaba escrito en algunos de los carteles que portaban las personas congregadas frente al lujoso hotel Copacabana Palace el viernes, a pasos del estadio olímpico de vóley playa, frente a las miradas de cientos de turistas e integrantes de delegaciones de todas partes del mundo.
"Queremos aprovechar ahora que la atención está en Brasil para denunciar lo que está sucediendo, cómo estamos en camino a una dictadura", dijo Ubiratan Delgado, un ingeniero de 59 años.
Una pancarta mostraba a Temer vestido como el Guasón de Batman, acercando un hacha a la cabeza de un obrero brasileño.
"Están haciendo las Olimpíadas en momentos en la gente la está pasando muy mal. La Olimpíada es una fachada, un show. No representa la realidad de Brasil. Quieren mostrar todo lindo y perfecto", dijo Ricardo Parente, un psicólogo de 59 años.
Muchos manifestantes estaban vestidos de rojo, el color del izquierdista PT de Rousseff, quien puede perder su mandato de forma definitiva a fines de agosto. Si eso sucede, Temer gobernará hasta diciembre de 2018.
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Rousseff declinó asistir a la ceremonia inaugural porque no quería ser la "Cenicienta de los Juegos, donde el maestro de ceremonias es un presidente ilegítimo", según declaró a un diario.
Con la mitad de los brasileños en contra de los Juegos, según una encuesta de Datafolha, apenas 37 representantes de gobiernos extranjeros, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y los presidentes francés y argentino, François Hollande y Mauricio Macri, estuvieron presentes en la apertura, la mitad que en Pekín-2008 (80) y Londres-2012 (70).
Entre las notables ausencias están los líderes de algunos de los aliados más cercanos de Brasil: Rusia, India, China y Sudáfrica –el llamado grupo BRICS, una asociación económica y comercial de mercados emergentes que cerró filas en torno a Brasil durante una agresiva presión diplomática de 15 años bajo Rousseff y su predecesor, Luiz Inacio Lula da Silva.