Sao Paulo. AFP. Una marea de más de tres millones de personas pidió este domingo la destitución de la presidenta brasileña , Dilma Rousseff, en un clima de fuerte descontento social por la recesión económica y un millonario fraude a Petrobras que salpica a la élite empresarial y política del país.
En la mayor protesta desde que eclosionó la crisis en el 2015, millones de brasileños expresaron su irritación en más de 400 ciudades, apoyados por partidos de la oposición.
La magnitud de las marchas es un dato sensible para Rousseff , que enfrenta un pedido de juicio político, el cual podría terminar anticipadamente su mandato previsto hasta el 2018.
“Estamos en la calle porque no aguantamos más este gobierno. Señores diputados, señores senadores, exigimos el impeachment (juicio político) de Dilma”, dijo Rodrigo Chequer, líder del grupo Vem pra Rua, uno de los organizadores de la manifestación, desde lo alto de un camión.
La Policía militar de São Paulo estimó que 1,4 millones de personas caminaron por la avenida Paulista, muy por encima de las 500.000 calculadas por la encuestadora Datafolha. El portal G1 acumuló el total nacional en 3 millones sin contar la gigantesmarcha en Río de Janeiro, donde no se realizan estimaciones.
São Paulo, la capital económica e industrial de Brasil, ha sido el corazón de las protestas contra el Gobierno y es allí donde esta tarde se mostraron líderes opositores como el senador Aecio Neves, derrotado por Rousseff en las últimas elecciones. Neves publicó en Twitter que los ciudadanos están “unidos en la búsqueda del fin de este gobierno”.
Por la noche, asesores del Palacio de Planalto dijeron que Rousseff estaba reunida con el jefe de gabinete, Jaques Wagner, y otros ministros para evaluar el impacto de las manifestaciones.
Participación. Imágenes aéreas mostraron en São Paulo una marea compacta de gente vestida de amarillo y verde, los colores de la bandera nacional y de la emblemática camiseta de la selección de fútbol.
La escena se repitió en la capital, Brasilia, con una asistencia de 100.000 personas, según cifras oficiales, y en Río de Janeiro, sede de los próximos Juegos Olímpicos, donde una apretada multitud marchó al costado de las playas de Copacabana.
Otros grandes centros urbanos como Belo Horizonte, la sureña Curitiba, e incluso tradicionales bastiones del Partido de los Trabajadores (PT) como el estado de Bahía o Pernambuco, en el noreste, también tuvieron importantes convocatorias.
“Vine porque estoy cansada de ver tanta corrupción y para reclamar por el desorden en que se convirtió este país”, dijo Rosilene Feitosa, una pensionada de 61 años en Sao Paulo. “Yo voté por el PT, pero nunca más”, agregó.
A través de menciones al “fin del ciclo” tras más de 13 años del PT en el poder, la ciudadanía se quejó por el derrumbe de la economía, que cayó 3,8% el año pasado y por los escabrosos hallazgos de la investigación en Petrobras, donde fueron desviados multimillonarios fondos hacia partidos de la coalición de gobierno.
“Cayó Cristina, cambió el Congreso en Venezuela, perdió Evo, y ¿quién caerá ahora? Dilma”, añadió desde un camión uno de los organizadores, en referencia al término del mandato de la presidenta Cristina Fernández en Argentina y a las derrotas sufridas por el oficialismo en las legislativas en Venezuela y el presidente boliviano Evo Morales en un referendo que le negó un potencial cuarto periodo.
Además, unas 300 personas se reunieron frente a la residencia del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, convertido ahora en blanco de una causa por corrupción y con pedido de prisión preventiva por supuesto ocultamiento de bienes.
En Brasilia, los activistas levantaron un gran muñeco inflable que se asemejaba a la figura de Lula vestido de presidiario.
El sábado, el mayor aliado que tiene el PT anunció que evalúa romper la alianza . El centrista Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza política de Brasil, debatirá durante 30 días si abandona a Rousseff a su suerte o se mantiene dentro del Gobierno. Una eventual salida fragilizaría al extremo a la mandataria, que tiene apenas un 11% de apoyo.