Río de Janeiro
El papa Francisco instó a los jóvenes peregrinos católicos a salir sin miedo a evangelizar, en una misa celebrada este domingo fresco y soleado en la célebre playa de Copacabana, a la que asistieron tres millones de personas, según los organizadores.
"El Evangelio no es para algunos sino para todos. No es solo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente", dijo el primer Pontífice latinoamericano de la historia, en portugués y en español.
Francisco, de 76 años, llegó a la misa en papamóvil descubierto, saludando a cientos de miles de jóvenes peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que pasaron la noche en la playa, en una gigantesca vigilia. Decenas de personas se bañaron en el mar mientras escuchaban la misa.
En el papamóvil, estrechó manos varias veces y volvió a tomarse un mate que le ofreció un joven. "íViva el Papa !", gritaba la gente, en delirio.
Las presidentas de Brasil y Argentina, Dilma Rousseff y Cristina Kirchner, así como el presidente de Bolivia, Evo Morales, asistían a la misa.
Antes de la celebración, la multitud de jóvenes protagonizó un masivo "flash mob", con música y coreografías, al que se unieron miles de sacerdotes, obispos y cardenales.
"La sensación viendo esto es que la Iglesia es solo una. Fue muy emocionante", dijo a la AFP la brasileña Raquel Maria Pedro Saad, de 19 años.
Protagonistas de la vida. La víspera, al inicio de la vigilia, el Papa pidió a los jóvenes "meterse en la vida" y no mirarla pasar desde el balcón, ser protagonistas del cambio, interesarse por la política y los problemas sociales y no dejarse ganar por la apatía.
"Los jóvenes en las calles quieren ser protagonistas del cambio. Por favor no dejen que otros sean protagonistas del cambio", pidió ante una gigantesca muchedumbre que le aclamaban, muchas de ellas llorando, tras recientes protestas callejeras que sacudieron Brasil en demanda de mejores servicios públicos y contra la corrupción y el derroche del gasto público.
El Papa , que nunca da entrevistas, concedió una no obstante a la radio del arzobispado de Rio, donde subrayó que la familia "es importante, necesaria, para la sobrevivencia de la humanidad". También insistió una vez más en la importancia de la "solidaridad", y deploró que ésta sea considerada a veces como una mala palabra.
Francisco se reunirá en la tarde con el comité de coordinación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), integrado por unos 45 obispos, en la residencia del arzobispo de Rio en el morro de Sumaré, en medio de la exuberante selva tropical atlántica. Allí pronunciará un discurso destinado a los obispos de la región donde nació y vivió casi toda su vida este argentino hijo de italianos.
En Brasil, Francisco ha llamado a la Iglesia a reconquistar a quienes se convirtieron en evangélicos o viven sin Dios, buscando la sencillez en actos y palabras y trabajando en "favelas, cantegriles, villas miseria" para frenar la sangría de fieles.
Al igual que en Brasil, el país con más católicos del mundo, en el resto de la región la Iglesia católica pierde terreno frente al crecimiento de las iglesias neopentecostales y al aumento de las personas sin religión.
Y como lo hizo a los jóvenes, Francisco pidió a los obispos y cardenales brasileños no tener miedo de involucrarse en asuntos relativos a "la educación, la salud, la paz social", que son "las urgencias de Brasil", instándolos a comprometerse más con la realidad social.
El papa dijo que la Iglesia brasileña ha aplicado con originalidad el Concilio Vaticano II (1962-1965), que adaptó la Iglesia a los tiempos modernos y cambió su perfil cerrado y doctrinario hacia el de una Iglesia pastoral.
Sin embargo, señaló que en esa aplicación, adoleció de "enfermedades infantiles", lo que fue interpretado como una referencia a la Teología de la Liberación, que llevó a muchos católicos y miembros del clero a integrarse a movimientos revolucionarios en las décadas del 60 y 70.
Esta corriente, que tuvo en Brasil uno de sus principales viveros, fue combatida por el papa polaco Juan Pablo II, en plena guerra fría, acusada de contaminación marxista.
Antes de regresar al Vaticano a las 19h00 (22h00 GMT), su intensa agenda prevé una reunión con los miles de voluntarios de la JMJ en el centro de conferencias Riocentro, en el oeste de Rio, y un discurso de despedida en el aeropuerto internacional, el 15º y último de su visita.