Río de Janeiro. AFP. Varginha es una pequeña favela ignorada de la denominada “franja de Gaza” carioca, una zona pobre y violenta del norte de la ciudad de Río de Janeiro (sureste de Brasil ). El papa Francisco la visitará el jueves próximo, y sus habitantes, tanto católicos como evangélicos, lo aguardan con alegría.
“Aquí nadie nos recordaba, sufrimos mucho. El Papa es un hombre santo y eso nos va ayudar. Necesitamos más proyectos para los niños”, manifiesta Sonia Curato, una católica de 47 años, mientras asa unas salchichas a la parrilla.
Su pequeña casa, de paredes sin pintar, está ubicada a la entrada de la favela, al costado de la pequeña iglesia São Jeronimo Emiliani, donde el Pontífice bendecirá el nuevo altar, el 25 de julio, antes de dar un discurso frente a entre 25.000 y 30.000 fieles en la cancha de fútbol vecina.
La vereda de la calle principal está como nueva luego de haber sido arreglada para la ocasión.
Territorio recuperado. Situada en la “franja de Gaza” de Río, así bautizada por la cantidad de enfrentamientos armados violentos que continuamente ocurrían entre policías y traficantes, Varginha es una de las favelas “pacificadas” hace siete meses por la Policía. Pero, según los habitantes, en la zona aún hay traficantes de droga, aunque son más discretos.
Río de Janeiro mantiene desde el 2008 una carrera contrarreloj para “pacificar” los barrios pobres de la ciudad controlados por narcotraficantes y milicias paramilitares antes del Campeonato Mundial de Fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016.
En general, las favelas que atraen a los visitantes internacionales, como deportistas profesionales, políticos, actores o estrellas del espectáculo, son aquellas ubicadas sobre los morros que dominan los barrios ricos, con una hermosa vista al mar. El papa Juan Pablo II visitó en 1980 la favela de Vidigal, situada al borde del Atlántico.
Atisbo en la pobreza. El padre Marcio Queiroz, cura de Varginha, considera que la elección de esta favela corresponde a la imagen del nuevo jefe de la Iglesia católica: “Tal vez se sintió muy identificado con esta favela. Una pequeña comunidad pobre”, sin glamour , bien plana y dominada por una vía de tren gris.
“Francisco recorrerá a pie los 200 metros que hay entre la iglesia y la cancha de fútbol. En el trayecto se detendrá en la casa de ocho habitantes, como un padre que visita a sus hijos”, explica Everaldo Oliveira (42), responsable del recibimiento del Papa en Varginha.
En esta favela de mil habitantes viven más o menos la misma cantidad de católicos que evangélicos, según Oliveira. Sin embargo, hay una sola iglesia y una pequeña capilla católica de San Sebastián sin terminar, contra cuatro templos neopentecostales.
Como varias favelas, Varginha vivió estos últimos años un fuerte brote de iglesias evangélicas. Para el Vaticano, la visita del obispo de Roma a este lugar es una oportunidad para mostrar que no ha abandonado el terreno.
De hecho, los evangélicos abrirán las puertas de sus templos y de sus casas al Pontífice.
“Él es diferente, se muestra más humilde con los pobres. Jesucristo vino a la Tierra para esto”, asegura Rogerio, pastor de la Asamblea de Dios que se ocupa de los adictos al crack en la región.
Indio, un mecánico de 68 años, examina el motor de un coche, con el capó (cubierta del motor) abierto: “Estoy muy contento por recibir al Papa en casa”, manifiesta. “Tendrá repercusiones beneficiosas aquí, oportunidades que no habríamos podido tener antes”, señala, esperanzado.