Ciudad de Gaza
Como el resto de los habitantes de la franja de Gaza, la familia de Ahmed tiene el tiempo contado para usar la electricidad que se restablece tan solo por espacio de unas horas al día, a veces en mitad de la noche.
Su esposa, Nivine, hace la colada, uno de sus hijos enchufa todos los teléfonos móviles para cargarlos, su hija enciende el calentador de agua y otro hijo conecta la televisión.
La franja de Gaza vive con solo tres o cuatro horas diarias de corriente de la red pública.
La situación en este enclave palestino sobrepoblado y bloqueado entre Israel, Egipto y el mar Mediterráneo, se ha degradado en los últimos meses, con el agravamiento de una escasez de electricidad que ya era crónica.
¿Cuándo hay luz? La corriente puede aparecer durante el día o por la noche. Por eso, a la hora que sea, tienen que ponerse manos a la obra.
"Esta noche la electricidad volvió a las 10 p. m.", se queja Nivine, una habitante de 39 años de la Ciudad de Gaza. Dentro de unos días, la tendremos pasada la medianoche, según las previsiones oficiales, pero son aleatorias. "Ya no es tolerable", protesta Nivine.
Para la ONU, la falta de electricidad es uno de los muchos motivos de preocupación humanitaria en el territorio.
El territorio gobernado por el movimiento islamista Hamás ha vivido desde rl 2007 una cuasiguerra civil y tres contiendas bélicas con Israel. Está sometido a un bloqueo israelí y egipcio que asfixia su economía. Más de dos tercios de los gazatíes dependen de la ayuda humanitaria. A las puertas del desierto, la falta de agua potable es permanente.
Desde el 2007 la electricidad escasea aún más que antes. Ese año el presidente de la Autoridad Palestina, internacionalmente reconocida y expulsada de Gaza por Hamás en 2007, decidió dejar de pagar la corriente suministrada por Israel a la franja de Gaza.
En el campo de refugiados de Shati, en el norte del enclave, Um Adel Zahar, de 57 años, y su marido encienden el horno para cocer pan.
"Acostumbro a hacer 200 hogazas para cubrir las necesidades de la familia por unos días, pero ahora ya no puedo cocer más que unas 30", afirma esta madre de ocho hijos.
"Intentamos aprovechar cada minuto", explica su marido.
Antes de que la Autoridad Palestina dejara de pagar, el suministro ya se veía afectado por el bloqueo y las restricciones a la importación del material necesario para producir electricidad, afirman las ONG.
La única central eléctrica de la franja de Gaza sufrió destrozos durante la guerra.
La situación ha mejorado levemente desde que Egipto comenzó en julio a abastecer la central con combustible.
Los gazatíes con más recursos compran generadores o instalan paneles solares, pero gran parte de la población es pobre.
Trastornos en el trabajo. Mahmud al Balawi, jefe de una lavandería cercana a la ciudad de Gaza tuvo que trabajar en ocasiones a las tres de la mañana.
"Tengo mucha ropa que limpiar y quiero conservar mi forma de ganarme la vida, pero todo depende de la electricidad", afirma.
"El viernes estaba con mi familia cerca de aquí cuando mis vecinos me llamaron para decirme que la corriente había vuelto sin previo aviso. Dejé a (mi familia) para ir corriendo al comercio", explica.
La empresa de Al Balawi usa ocasionalmente un generador privado, pero le sale muy caro.
A Abdalá Zaqut no le ha quedado más remedio que comprar uno. Su padre de 67 años padece asma y necesita tratamiento cada dos horas.