Beirut. AFP Las bombas y el hambre, promesas de pan y amnistía, el palo y la zanahoria: el régimen sirio lo ha intentado todo para someter la ciudad de Daraya, cerca de Damasco... pero todo ha sido en vano.
En el 2011, esta localidad estuvo en primera línea en las protestas contra el presidente Bashar al-Asad y fue una de las primeras contra las que se estableció un cerco, a finales del 2012.
A pesar de los llamamientos de los habitantes, de las exhortaciones de Naciones Unidas y de las organizaciones de derechos humanos, el Gobierno siempre rechazó la entrada de ayuda en el territorio rebelde al suroeste de la capital. Sin embargo, autorizó la ayuda a muchas otras localidades desde la instauración de un alto el fuego parcial, el 27 de febrero.
Daraya está situada a solo 15 minutos en auto del centro de Damasco, pero está sobre todo muy cerca de la base aérea de Mazé, sede de los temibles servicios de inteligencia del Ejército del aire y de su terrible prisión.
Para una fuente cercana al Gobierno, esta ciudad es una piedra en el zapato del poder. “Daraya tiene un lugar especial en el pensamiento del Gobierno. El Estado no quiere una tregua, desea conquistarla por su posición estratégica”.
Según los militantes antigubernamentales, actualmente se registran combates en los suburbios de la ciudad y el portal web prorrégimen Al-Masdar, dijo que el Ejército “alista una vasta operación” para capturar Daraya en los próximos días.
En noviembre del 2012, las fuerzas gubernamentales “establecieron cordones a la entrada de la localidad y en diciembre, ya no había caminos seguros para entrar o salir”, expresó un militante local, Shadi Matar.
La ciudad se vació del 90% de sus 80.000 habitantes. “Su asedio cayó en el olvido. Fue uno de los primeros lugares en ser totalmente cercado, e incluso tras la tregua, ninguna ayuda médica ni alimentaria han llegado a Daraya”, aseguró Matar, quien se encuentra en la ciudad.
Médico en esta ciudad, Hosam Jshini indicó que los habitantes carecen de todo y se limitan a comer hierbas silvestres.
“¿Electricidad? Ya no sabemos lo que quiere decir. ¿Agua? Viene de pozos y no es potable. ¿La comida o la leche para niños? No hay”, se lamentó.
El 12 de mayo, el doctor Jshini y otros habitantes esperaban ansiosamente la llegada de cinco camiones, cargados principalmente de leche para bebé y de material escolar, que fueron bloqueados a la entrada de la ciudad.
“Daraya es un quebradero de cabeza” para el régimen. “La ONU realmente ha intentado entrar pero el régimen se niega, dando excusas mediocres para bloquear la ayuda”, denunció este médico.
Una fuente cercana al régimen aseguró que “Daraya es una línea roja para el régimen, pues la mayoría de los combatientes pertenecen a los grupos más radicales y más religiosos. Es por ello que el Estado cree que la ayuda humanitaria nunca irá a los civiles”.