Riad
Con una serie de tuits en la mañana del martes, Donald Trump desató una profunda crisis en las relaciones de Estados Unidos con Catar, e hizo que surgieran dudas sobre el futuro de la mayor base estadounidense en Oriente Medio.
Trump acusó públicamente a Catar, tradicional aliado de Estados Unidos, de financiar el extremismo islámico, y respaldó el bloqueo que Arabia Saudí y sus aliados impusieron al emirato, cerca de cuya capital (Doha) Estados Unidos tiene la base de Al-Udeid, donde están desplegados 10.000 militares.
Esta base es también el cuartel general de las fuerzas especiales estadounidenses y la mayor base aérea de la región, dos componentes vitales de las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán, Siria e Irak.
Los comentarios de Trump hicieron su arribo luego de que Arabia Saudí, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Egipto y las Maldivas rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con su pequeño vecino, al cual acusaron de "apoyar el terrorismo".
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Discurso ambivalente
Trump parecía querer que le reconocieran parte del crédito por esta decisión: "Durante mi reciente viaje a Oriente Medio, afirmé que la financiación de la ideología radical debía cesar. Los dirigentes apuntaron a Catar ¡y miren!", escribió.
"Posiblemente, esto será el principio del fin del horror del terrorismo", tuiteó.
Hace apenas semanas, Trump sonrió y le estrechó la mano al emir catarí, jeque Tamin bin-Hamad al-Thani, diciendo: "Somos amigos, lo hemos sido por mucho tiempo".
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Este mismo martes, la Casa Blanca informó de que Trump habló con el rey saudí y "subrayó que la unidad del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) es crucial para vencer el terrorismo y promover la estabilidad en la región".
Jeff Davis, vocero del Pentágono, también trató de minimizar los daños y aseguró que la decisión de Arabia Saudí de aislar a Catar no tendrá "ningún impacto" en las operaciones militares estadounidenses.
Entre diplomáticos y exfuncionarios se sorprendieron de que Trump se alineara con Arabia Saudí en lo que es una disputa entre aliados. Otras administraciones ya habían expresado preocupación sobre los cientos de millones de dólares que se dirigen desde Catar, Arabia Saudí y Kuwait hacia el grupo terrorista Estado Islámico.
Pero la Casa Blanca se había limitado a pedir reglas más fuertes para evitar este flujo de dinero (la mayoría proviene de donaciones individuales) mientras fortalecía sus operaciones militares y de inteligencia.
Bob Corker, senador republicano que dirige el Comité de Relaciones Exteriores, estaba sorprendido: "Nuestra política ha sido trabajar con todos los países en la región de una manera constructiva", dijo.
En Washington existe el temor de que ahora Arabia Saudí y los Emiratos se sientan con fuerza para impulsar un cambio de régimen en Catar, o tomar medidas que podrían desatar una crisis en la región.
"Dada la vehemencia en los comunicados de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, pudiera ser que estén intentando destronar a los actuales líderes de Catar", opinó un funcionario que pidió el anonimato.
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"Me preocupa que Estados Unidos haya formado parte de esta estrategia, sin conocer el alcance de las ambiciones de Arabia Saudí o los Emiratos".
Los tuits de Trump animaron a algunos aliados de Arabia Saudí. "Trump declaró que Catar financia el terrorismo. GameOverQatar" escribió en Twitter Salman al-Ansar, líder del Comité de Relaciones Públicas Saudiamericanas.