Alepo, Siria
En la ciudad siria de Alepo, devastada por la guerra, los bombardeos han destrozado las ventanas de las casas y sus habitantes ya no están a resguardo de la intemperie o de las miradas indiscretas.
En la segunda ciudad de Siria, casi ninguna ventana ha quedado a salvo. Reemplazar los cristales rotos, con lonas o plástico, se ha convertido en una carga demasiado pesada tanto para los habitantes como para los comerciantes de ambos lados de esta metrópolis dividida desde 2012 entre barrios rebeldes y progubernamentales.
"Todos los cristales de nuestra casa saltaron por los aires con los bombardeos", contó Ammar Wattar, un profesor de inglés, mientras instalaba plexiglas en una ventana de su apartamento en Midane, barrio controlado por el régimen del presidente Bashar al-Asad.
"Las reemplazamos una primera vez, después una segunda y una tercera. Al final, ya renunciamos", explicó.
La tregua implantada el 27 de febrero ha sido violada varias veces por ambos bandos. El régimen lanzó mortíferos barriles explosivos en los barrios rebeldes del este de Alepo y los insurgentes contestaron con violentos lanzamientos de cohetes sobre el sector oeste.
Peligro cristalino. Sin embargo, los que tienen suerte de escapar a la muerte, siguen amenazados por los estallidos de los cristales rotos. "Mi hija sufrió heridas en la pierna por los fragmentos de cristal durante un lanzamiento de cohetes", contó Asra al-Masri, maestra en un barrio controlado por el gobierno.
Del lado rebelde, Ali Makansi, de 32 años, estaba sentado un día en su tienda del barrio de Chaar cuando un mortero reventó el techo de un edificio cercano.
"La explosión fue tan fuerte que todo el marco de mi ventana se vino abajo. Tuve una herida muy profunda en la mano derecha que tardó un año en curarse", confesó a la AFP.
Dado el ritmo de los bombardeos sobre la ciudad, "todas las casas y las tiendas de Alepo sustituyen los cristales por lonas de nailon", afirmó.
"El nailon no hiere a nadie en caso de explosión y además, es barato", resaltó. La antigua capital económica del país padece desde hace varios meses un aumento de los precios y del desempleo.
Antes del inicio de la guerra en Siria en el 2011, una plancha de vidrio costaba 425 libras sirias (63 céntimos de euro) frente a los actuales 3.300 (5,4 euros). Sin embargo, el metro cuadrado del nailon solo cuesta como máximo 500 libras (80 céntimos de euro).
Pero la ausencia de ventanas conlleva otras consecuencias. "Los insectos, el polvo, el hollín y el olor agrio de los generadores, afectan no solamente a nuestra salud, sino que molestan también a nuestros hijos cuando hacen sus deberes", se lamentó Asra.
"Hay goteras y hay mucho ruido. Tengo la sensación de vivir en la calle", se quejó Mohammad Jokdar, profesor de árabe, de 29 años, del barrio rebelde de Bustan al-Qasr.
Para Oum Mohamad, madre de familia, la ausencia de verdaderas ventanas significa la pérdida de privacidad en la vida de los habitantes de Alepo .
Sus hijas ya no se cambian en sus habitaciones, sino "en los pasillos a resguardo de la mirada de los vecinos", aseguró esta mujer, de 52 años.
Para Abu Omar, que vive en el barrio rebelde de Tariq al Bab, los gatos callejeros son el principal problema.
"Rasgan el nailon y se meten dentro de mi casa buscando comida".