Jerusalén. EFE. Los israelíes acudirán a las urnas en elecciones anticipadas el 17 de marzo, según se anunció ayer, un día después de que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, destituyó a dos miembros de su coalición por criticar las políticas del Gobierno.
El presidente del Parlamento (Kneset), Yuli Edelstein, anunció la fecha de los próximos comicios tras reunirse con los dirigentes de los principales grupos parlamentarios.
“No hay necesidad de cebarse con la ciudadanía, no hay razón para estirar esto”, dijo Edelstein en la reunión, en la que las distintas formaciones expusieron sus preferencias y finalmente aprobaron la fecha del 17 de marzo del 2015.
Israel celebró las últimas elecciones hace 22 meses, y Netanyahu lleva en el poder desde el 2009. El actual es su tercer mandato como jefe del Ejecutivo.
El adelanto de los comicios se precipitó el martes cuando, tras semanas de tensiones entre los miembros del gabinete, el primer ministro resolvió cesar a la ministra de Justicia, Tzipi Livni, y al de Finanzas, Yari Lapid, después de meses de desavenencias.
Ambos son los dirigentes de los dos únicos partidos de centro que integraban la coalición y habían censurado, en numerosas ocasiones, medidas como las nuevas construcciones en Jerusalén Este, las relaciones con Estados Unidos o la reciente ley con la que Netanyahu y sus aliados de la derecha pretenden declarar a Israel Estado nacional judío por encima de su carácter democrático.
Menos de dos años después de los anteriores comicios, el Parlamento israelí inició, durante la jornada, el proceso legislativo para su disolución con miras a la nueva convocatoria a las urnas.
Ingobernabilidad. La actual fragmentación de la Kneset –13 partidos, el más numeroso con solo 19 de sus 120 escaños– finalmente la ha hecho imposible de gobernar debido a la disparidad de posturas que habían llevado al Ejecutivo a una crisis permanente.
Un sondeo difundido por el canal 2 de la televisión sugirió que el 55% de los entrevistados estaba en contra de que se volvieran a celebrar elecciones.
Otra encuesta publicada anteayer por el canal 10 concedía 22 escaños al conservador Likud, de Netanyahu, al que seguiría con 17 el partido religioso ultraderechista Hogar Judío, del ministro de Economía Naftalí Bennet, uno de los mayores defensores de la colonización judía en Jerusalén Este y Cisjordania.
Según el sondeo, ambos encabezarían una nueva coalición que sería muy nacionalista, que también incluiría al partido Israel Betenu, del canciller, Avigdor Lieberman, y a los dos partidos ultraortodoxos.
Netanyahu espera que las urnas le otorguen la posibilidad de revalidar el cargo con un cuarto mandato, y esta vez establecer un gobierno con el que pueda sacar adelante su agenda, aunque aún es prematuro para saber si podrá conformar la coalición que desea.
En los últimos comicios celebrados en enero del 2013, concurrió con una plataforma conjunta con Lieberman a fin de asegurarse –según le daban los sondeos entonces– el cargo. Sin embargo, para poder formar gobierno tuvo que pactar con las formaciones de Livni y Lapid.
Los sondeos de opinión también reflejan sentimientos contradictorios entre la población, ya que muchos le culpan de la actual crisis política, mientras que otros no comprenden por qué se han precipitado los comicios.
Asimismo, no pocos consideran que no se han atajado problemas acuciantes como el coste de la vida, la inseguridad en Jerusalén o piensan que el último conflicto en Gaza no ha sido resuelto de manera definitiva.
A 100 días vista de que tengan lugar las elecciones parlamentarias en Israel los expertos vaticinan que el aspecto de la seguridad centrará buena parte de la campaña y el discurso político, y que serán minoría los que consideren la reanudación del estancado proceso de paz como una prioridad.
De momento, las autoridades palestinas que cada vez obtienen más gestos de apoyo en la arena europea, observan desde la barrera los últimos acontecimientos en Israel.
El ministro de Relaciones Exteriores, Riad El Malki, afirmó ayer que las elecciones en Israel podrían acelerar el reconocimiento internacional de un Estado palestino y reafirmar “la necesidad de una solución política” al conflicto de Oriente Medio.