Nueva York AFP Los dos fieles aliados de Damasco, Rusia e Irán, aparecieron este domingo en posición de fuerza para imponer a los países occidentales su estrategia de hacer de la lucha contra los yihadistas en Siria la prioridad absoluta, manteniendo así en su puesto al presidente Bashar al-Asad.
La víspera de la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas, los presidentes ruso, Vladimir Putin, e iraní, Hasán Ruhaní, movieron fichas, en sendas entrevistas televisivas, para imponer su visión de la gestión del conflicto sirio frente a unos estadounidenses y europeos conmovidos por la crisis de los refugiados y la amenaza terrorista.
Putin, que se reunirá este lunes en Nueva York con su par estadounidense, Barack Obama, al margen de la Asamblea de la ONU (el primer encuentro entre ambos en dos años) reveló de esa manera la nueva coalición que pretende instalar para combatir a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
“Propusimos cooperar con los países de la región. Intentamos establecer una coordinación, desearíamos tener una plataforma común para una acción colectiva contra los terroristas”, señaló Putin.
Moscú está a la ofensiva hace semanas en el frente sirio, al reforzar considerablemente su presencia militar en el feudo gubernamental del noroeste del país y multiplicar las iniciativas.
Este domingo, el presidente Putin confirmó que Irak, Rusia, Irán y Siria habían decidido crear un centro de inteligencia en la capital iraquí para luchar con mayor eficacia contra el grupo Estado Islámico.
Reacciones. Estas iniciativas rusas preocupan a Estados Unidos y sus aliados europeos, que parecen estar cada vez más obligados a reaccionar ante los hechos consumados de las acciones de Moscú, en momentos en que su propia estrategia militar contra el EI parece derrapar.
“Estamos intentando comprender cuáles son las intenciones de Rusia y de Siria y de tratar de ver si hay una manera de encontrar una salida beneficiosa”, reconoció el domingo un alto funcionario del Departamento de Estado estadounidense.
Washington y unos 60 países europeos y árabes sunitas, forman parte desde hace un año de una coalición militar que se ha encargado de lanzar miles de ataques aéreos contra el EI en Siria e Irak sin grandes resultados.
Bombardeos. Francia, que participa en esta coalición, llevó a cabo el domingo sus primeros bombardeos en Siria , al atacar un campo de entrenamiento del EI en Deir Ezzor (este).
El presidente francés, François Hollande, dijo que su país había actuado en situación de legítima defensa y que podrían realizarse nuevos ataques en las próximas semanas.
Sin embargo, estas acciones no impidieron al EI reforzar sus posiciones ni mellaron su poder de atracción: según agentes de inteligencia estadounidense citados por The New York Times , cerca de 30.000 yihadistas extranjeros, muchos de ellos occidentales, viajaron a Irak y Siria desde 2011 para sumarse a filas del Estado Islámico, el doble de las estimaciones precedentes, un año antes.
Ante este panorama, Rusia e Irán han reforzado su tesis de que el gobierno de al-Asad es el único escudo real contra el avance del yihadismo.
Apoyo a al-Asad. Explotando la nueva situación y las idas y venidas de los occidentales que durante largo tiempo reclamaron la partida del presidente sirio, el jefe de Estado iraní afirmó que existe actualmente un amplio consenso para mantener en el poder a su aliado de Damasco.
El mensaje está comenzando a ser escuchado. Washington, Londres, Berlín y París ya no plantean desde hace varias semanas la partida de al-Asad.
Por su parte, la jefa del Gobierno alemán, Ángela Merkel, dijo incluso que se debe conversar con el presidente sirio, y su ministro de Relaciones Exteriores defendió el domingo la creación de un gobierno de transición en Siria para salir del actual bloqueo.
“Si podemos reunir a los actores principales de la región, Europa, Estados Unidos y Rusia bajo un denominador común, lo que significa que se iría hacia la constitución de un gobierno de transición, esto ya sería mucho”, declaró Frank-Walter Steinmeier recientemente en relación con el tema. Incluso Estados Unidos moderó su postura.
Una semana atrás, el secretario de Estado, John Kerry, concedió que el calendario de la partida de Asad era negociable.
París y Londres repiten que el actual presidente sirio no puede formar parte del futuro del país, pero siguen siendo muy poco claros en cuanto a cuándo y cómo se produciría su partida.