Moscú. AP, EFE y AFP. En una medida que aumenta la amenaza de confrontación entre la OTAN y Rusia, el presidente ruso , Vladimir Putin, ordenó el miércoles el despliegue de sistemas de misiles de defensa aérea en una base rusa en Siria, luego del derribo por parte de Turquía de uno de sus aviones de guerra.
Turquía derribó la nave militar rusa S-24 el martes, alegando que ignoró las repetidas advertencias de que había entrado a su espacio aéreo desde Siria. Uno de los pilotos murió y otro fue rescatado por comandos del Ejército sirio y entregado en la base rusa el miércoles.
El incidente es el primero en el cual un integrante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) derriba un avión ruso en medio siglo.
La situación también alarma porque tanto el presidente de Rusia como el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, son líderes fuertes que se resisten a retractarse.
Los sistemas de misiles S-400 serán enviados a la base aérea Hemeimeem, en la provincia costera siria de Latakia, a unos 50 km al sur de la frontera con Turquía. Tienen un alcance de 400 km y son capaces de impactar jets turcos con precisión mortal.
Amenaza. En Washington, un alto funcionario que pidió no ser identificado dijo que el despliegue ruso en Siria plantea una potencial amenaza contra los aviones de la coalición liderada por Estados Unidos contra el grupo Estado Islámico (EI).
Estados Unidos encabeza hace más de un año la alianza que ha realizado más de 8.000 bombardeos contra blancos del EI en Siria e Irak.
Rusia, por su parte, también bombardea en Siria, pero principalmente en zonas diferentes a las atacadas por Estados Unidos y su coalición.
Putin dijo que el avión volaba en cielos sirios cuando fue derribado y describió la acción de Turquía como un crimen y una “puñalada en la espalda”.
“Tenemos suficiente información que confirma que fue un acto premeditado, planeado de antemano. Esto se parece mucho a una provocación”, aseguró Serguéi Lavrov, el ministro de Exteriores ruso, en rueda de prensa.
Horas después, la cúpula militar turca difundió la grabación de las advertencias que asegura haber realizado al cazabombardero ruso destruido.
“(Nos dirigimos a) Posición de tráfico aéreo desconocida (volando a) Humaynim 020 radial 26 millas... Hablan las Fuerzas Aéreas turcas. Atención. Está usted acercándose a espacio aéreo turco. Cambie de rumbo hacia el sur inmediatamente”, indica la transcripción.
La grabación, difundida entre la prensa en Turquía con distorsión del sonido, resulta muy difícil de entender más allá de unas pocas palabras.
Lavrov dejó bien clara la postura oficial del Kremlin a su homólogo turco, Mevlüt Çavusoglu, al asegurarle por teléfono que Ankara “se puso del lado del Estado Islámico” al derribar un avión que cumplía una misión de bombardeo contra ese grupo.
“Algunos de nuestros socios que se pusieron ayer en contacto con nosotros nos dijeron que se trató de una evidente emboscada. (Los turcos) Estaban esperando, al acecho, y buscaban un pretexto”, subrayó.
“No tenemos intención de combatir con Turquía, ya que la relación con el pueblo turco no ha cambiado. Los problemas los tenemos con las acciones de las actuales autoridades turcas”, que según Moscú buscan la islamización del país.
Los ánimos en Rusia, del gobierno y de la población, están caldeados, como mostró una protesta frente a la embajada turca en Moscú, donde manifestantes rompieron a pedradas y huevazos todas las ventanas, llevando banderas rusas y sirias.
El presidente francés, Francois Hollande, se reunirá el jueves en Moscú con Putin, en un encuentro destinado a buscar su cooperación para crear una sola coalición contra el EI. No obstante, es inevitable que la reunión planificada tras los atentados de París se vea afectada por el incidente del bombardero ruso.
De hecho, Putin no excluyó nuevos incidentes con Turquía y advirtió de que, si ocurren, Moscú no se quedará con los brazos cruzados.
Calmando las aguas. Mientras, el Gobierno turco realizó esfuerzos por calmar las aguas diplomáticas. “No hay intención de provocar una escalada de tensiones con Rusia, únicamente se trataba de defender el territorio contra toda violación”, aseguró el presidente Recep Tayyip Erdogan.
“Nadie puede esperar que nos quedemos mudos e inmóviles cuando están violando nuestra seguridad fronteriza”, expresó Erdogan, recordando numerosas advertencias a Moscú.
Entre los precedentes destaca una entrada de un caza ruso, el 3 de octubre, en la provincia de Hatay, admitida por Moscú pero achacada a un “accidente”.
Días después, Turquía convocó al embajador ruso para transmitirle su enojo por los bombardeos contra Latakia, ciudad siria habitada por turcomanos, minoría turcoparlante que Ankara considera “hermanos étnicos”.
Tanto Erdogan como el primer ministro, Ahmet Davutoglu, reiteraron no solo su decisión de proteger sus fronteras sino también de respaldar a la población turcomana siria, entre las que hay varios grupos armados que luchan contra el régimen de Bashar al Asad.
Los combates se intensificaron el miércoles y la artillería siria bombardeó estas zonas, que distan pocos kilómetros de la frontera turca.
Ankara ha denunciado que la aviación rusa en Siria, teóricamente enviada para luchar contra el Estado Islámico (Daesh, en su acrónimo en árabe), apoya los esfuerzos bélicos del régimen contra la oposición “moderada”, es decir los grupos rebeldes, en gran parte islamistas, que no forman parte del Daesh.
No consta la presencia de grupos del Daesh a menos de cien km de la zona donde fue derribado el caza ruso, pero sí hay posiciones del Frente al Nusra, adscrito a al-Qaeda, y Ahrar Sham, un grupo fundado por veteranos de la misma organización yihadista.
Davutoglu invitó “al mundo entero” a “apagar el fuego” en Siria y recordó que no solo el Daesh cuenta con combatientes extranjeros sino también el régimen de Al Asad, en referencia a los milicianos del grupo libanés Hezbolá.
Al mismo tiempo, subrayó su deseo de mantener buenas relaciones con Rusia, que calificó de “país vecino y amigo”.
Davutoglu incluyó el deseo de “fortalecer los lazos con Rusia” y mejorar “la colaboración regional”, sobre todo en el ámbito de energía y comercio, en el programa del Gobierno que presentó este mismo miércoles en el Parlamento.
Pero si bien la importación de gas natural de Rusia, absolutamente vital para Turquía, no parece resentirse de momento, la tensión puede tener consecuencias económicas inmediatas en el sector del turismo.
La industria hotelera de la provincia mediterránea de Antalya siente “pánico”, informa el diario Hürriyet, dado que ha empezado a haber cancelaciones de reservas sobre todo de clubes de fútbol rusos que habitualmente gustan de programar vacaciones de invierno en esta zona costera.
En Antalya, hay 220 hoteles con al menos dos campos de fútbol que ingresaron 100 millones de euros por el turismo deportivo en los primeros cuatro meses de 2014, una cifra que este año puede reducirse en un 70%, según fuentes del sector.