Estambul
Turquía ha reaccionado con furor contra el referendo de independencia del Kurdistán iraquí, afirmando que todas las opciones, incluida la militar, están sobre la mesa. Pero, a pesar de la retórica marcial, Ankara parece reservar sus golpes.
Aunque la consulta que tuvo lugar el lunes no es vinculante, Ankara teme que la creación de un Estado kurdo en Irak tenga repercusiones en la región, primero al norte de Siria y luego a la propia Turquía, donde el Ejército combate a una sangrienta rebelión separatista kurda.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, está furioso con el líder de la provincia autónoma kurda del norte de Irak, Masud Barzani, quien mantuvo la consulta a pesar de los llamados de Turquía a anularla.
"Todas las opciones están sobre la mesa en este momento", declaró este martes, en referencia a una acción militar, en tanto el Ejército turco realiza desde hace una semana maniobras en su frontera con Irak.
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Erdogan también amenazó con cerrar la frontera terrestre turco-iraquí, así como "las compuertas" del oleoducto que permite al Kurdistán iraquí exportar, a través del puerto turco de Ceyhan (sur), la mayor parte de su petróleo.
"En cuanto cerremos las compuertas, esto habrá terminado. Todos sus ingresos se evaporarán", dijo sin avanzar una fecha para aplicar esta medida.
Sin embargo, inclusive fue más lejos. "Si Barzani y el gobierno regional de Kurdistán no rectifican rápidamente ese error, pasarán a la historia con la ignominia de haber llevado a nuestra región a una guerra étnica y religiosa".
Siendo de lejos la principal vía de exportación del crudo kurdo de Irak, Turquía dispone en teoría de un potente arsenal de recursos capaces de asfixiar aconómicamente a Erbil.
Esta medida "bloquearía las arterias coronarias que irrigan al corazón del Kurdistán", subraya Anthony Skinner, consultor en Verisk Maplecroft. La independencia del Kurdistán iraquí quedaría así "desprovista de sentido", añade.
Además de esta arma, Turquía dispone de un arsenal de medidas de retorsión, subraya Ziya Meral, del Centro de análisis histórico y de investigación sobre los conflictos del ejército británico (CHACR), destacando los controles fronterizos y la anulación de vuelos.
Si Turquía cerrara su frontera, dijo Erdogan este martes, la población del Kurdistán iraquí "no encontraría qué comer, ni con qué vestirse".
Pero a pesar de todos estos recursos, Ankara debe mostrar prudencia, puesto que sus propias sanciones al Kurdistán podrían tener graves repercusiones económicas para Turquía, subrayan ambos expertos.
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Bajo el impulso de Erdogan y Barzani, Ankara y Erbil han estrechado en los últimos años relaciones comerciales muy fructíferas, a tal punto que la región kurda de Irak se convirtió, después de Alemania, en el segundo mercado para las exportaciones turcas.
Ankara debe tener en cuenta a las 1.300 empresas turcas que operan en el Kurdistán iraquí, así como la importancia del comercio transfronterizo para la creación de empleo en el sureste de Turquía, señala Skinner.
En consecuencia, subraya, "imponer duras sanciones (al Kurdistán iraquí) podría volverse" contra Turquía.
Ankara y Bagdad, cuyas relaciones en los últimos meses han sido pésimas, multiplican los contactos, así como con Teherán, que también se opone a la creación de un Estado kurdo.
Erdogan advirtió a las autoridades kurdas de Irak sobre el riesgo de aislamiento, subrayando que el gobierno israelí es el único en la región que apoya su iniciativa.
Sin embargo, para Ankara, una de las principales incógnitas es la posición de Rusia. Moscú ha subrayado la importancia de la integridad territorial de Irak, pero el gigante ruso de la energía, Rosneft, anunció contratos para la construcción de oleoductos en el Kurdistán iraquí que permitirían a este último reducir su dependencia de Turquía.
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Turquía debe evitar "cometer errores de cáculo y empujar a Erbil a acercarse más a Rusia", estima Skinner.
En el ámbito interior, el gobierno turco está también bajo la presión de sus aliados ultranacionalistas (del MHP), adepto a un enfoque radical y a un discurso mediático "guerrero".
Pero, otros comentaristas exhortan a Ankara a adoptar una posición más pragmática. "Turquía tendrá que actuar con sangre fría", señalaba este martes el cronista Taha Akyol en el diario Hürriyet.