Washington
La masacre perpetrada en una discoteca gay en Orlando, Florida, se inscribe en el contexto de una andanada creciente de medidas contra los homosexuales en Estados Unidos.
El endurecimiento contra la comunidad homosexual es particularmente notable desde hace un año: el 26 de junio del 2015, la Corte Suprema legalizó el matrimonio homosexual, una decisión histórica que rechazaron millones de estadounidenses conservadores.
El movimiento conservador adoptó una táctica que también utiliza contra el aborto: intentar abrir nuevos caminos por medio de las legislaturas locales, apelando a los grandes principios de libertad religiosa.
Esta estrategia cristalizó recientemente en un caso sobre personas transgénero, que representan una ínfima porción de la población estadounidense, pero que están sólidamente asociadas al ámbito homosexual por el término inclusivo de LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans).
Una docena de estados, en su mayoría dirigidos por un gobernador del Partido Republicano (conservador), litigan ante la Justicia contra el gobierno del presidente Barack Obama sobre la cuestión de qué baños deben usar las personas transgénero.
Aún quedan varias preguntas por responder sobre el tiroteo que enlutó en la madrugada del domingo la discoteca Pulse de Orlando, que dejó 50 muertos y 53 heridos.
El atacante, Omar Mateen, un ciudadano estadounidense de origen afgano de 29 años, prometió lealtad al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en un llamado al 911 antes del tiroteo, dijo el FBI.
Pero, según declaraciones de su padre a la cadena NBC, el sospechoso se puso furioso al ver recientemente a dos hombres besarse frente a su mujer y su hijo.
"Esto fue un acto de terror y de odio", dijo Obama.
Ojos al terrorismo. Pero funcionarios republicanos que reaccionaron al ataque parecieron descartar a propósito la hipótesis del odio contra los homosexuales, y en cambio privilegiar la del atentado yihadista.
Sin duda temen ser vistos como responsables de haber contribuido a un venenoso clima antihomosexual.
Esos reproches salieron a la luz luego de un atentado a finales de noviembre del 2015 contra un centro federal de planificación familiar en Colorado.
Ese ataque siguió a la violenta controversia suscitada por la difusión de un video que presuntamente mostraba la venta de tejido fetal por los responsables del centro.
Líderes conservadores han insistido en los últimos meses que las normas gubernamentales contra la discriminación de personas transgénero buscan "introducir hombres en los baños de las niñas", un peligro de hecho disputado por numerosas asociaciones y expertos.
"Yo no quiero nunca más escuchar que las personas LGBT en los baños son una amenaza a la salud pública", dijo el domingo Jeremy Moss, un legislador estatal de Michigan y declarado homosexual.
Michelangelo Signorile, famoso militante de los derechos homosexuales en Estados Unidos, escribió en un artículo de opinión que el tiroteo de Orlando es un "recordatorio del peligro inminente en el que aún vive" la comunidad LGBT.
El gobernador adjunto de Texas, Dan Patrick, punta de lanza de la lucha contra los derechos de los LGBT, copió en Twitter un verso de la Biblia: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará".
El tuit fue inmediatamente interpretado como un intento de endilgar la culpa del atentado a los homosexuales. Un asistente de Patrick dijo a un periódico texano que el tuit estaba preprogramado y que no tenía relación con el tiroteo.
Pero frente a la indignación que provocó, Patrick rápidamente borró el comentario.
Horas después de la masacre, un hombre fue detenido en posesión de un arsenal en Los Ángeles. Las autoridades informaron que quería "dañar" el desfile del Orgullo Gay en la ciudad.
Pero estos no son los primeros actos violentos contra la comunidad homosexual en Estados Unidos.
Eric Rudolph, autor del atentado en los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, había anteriormente colocado una bomba en un bar de lesbianas en esa ciudad, que hirió a cinco personas.
Tras el atentado en Orlando, las autoridades llamaron a los habitantes a donar sangre.
Pero incluso ese acto, usual en toda comunidad luego de tragedias, está impedido para los hombres homosexuales, debido a reglas estrictas de la Agencia estadounidense de alimentos y medicamentos (FDA).
"Es la intolerancia", lamentó Signorile.