Bruselas
Las relaciones de Cuba con la Unión Europea entran el lunes en una nueva era con la firma de un acuerdo diplomático y comercial, que deja atrás la controvertida Posición Común, cuando las dudas planean sobre el deshielo con Washington a un mes de la llegada de la administración Trump.
Cuba era el único país latinoamericano que carecía de un marco diplomático de este tipo con el bloque europeo, cuyas relaciones con La Habana se rigen por la llamada Posición Común, que vincula su cooperación a progresos en derechos humanos en la isla y que con la firma de este acuerdo quedará derogada.
"Se cierra una etapa con Cuba y se abre una nueva. Se rompe así la única excepcionalidad que había", asegura una fuente diplomática europea, para quien el acuerdo no constituye un "cheque en blanco" a La Habana respecto al respeto de los derechos humanos.
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, certificarán con sus firmas y las de los 28 ministros de Exteriores europeos, la plena normalización de sus relaciones.
La ceremonia oficial, que tendrá lugar en Bruselas, llega semanas después de la muerte del mandatario cubano Fidel Castro y cuando el deshielo con Washington está en el aire.
El próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a finales de noviembre con "poner fin" al proceso de acercamiento, si no hay "un mejor acuerdo para los cubanos, los cubano-estadounidenses y los estadounidenses en general".
'Diálogo' en derechos humanos. La Unión Europea, que negoció durante casi dos años con La Habana, podría así reanudar por completo sus relaciones con Cuba antes que Estados Unidos, máxime cuando las empresas extranjeras no quieren perder el tren de la apertura cubana iniciada tímidamente por el actual presidente Raúl Castro.
La situación de los derechos humanos en la isla comunista fue uno de los principales escollos a lo largo de las siete rondas de conversaciones, pero los negociadores decidieron finalmente abordarla en un diálogo separado para allanar el camino hacia el pacto.
Uno de los objetivos del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, cerrado en marzo, es así el de "entablar un diálogo (...) a los fines del fortalecimiento de los derechos humanos y de la democracia", según el documento al que ha tenido acceso la AFP.
La Posición Común de 1996, impulsada por el entonces presidente del gobierno español José María Aznar, era más exigente en este punto al vincular la cooperación con Cuba a "mejoras de los derechos humanos", al tiempo que buscaba "favorecer un proceso de transición hacia una democracia pluralista".
En 2003 el bloque europeo llegó a suspender incluso temporalmente la cooperación con la isla comunista tras el encarcelamiento de 75 disidentes cubanos, ya liberados.
El nuevo documento establece también la "promoción de las relaciones comerciales" en base a las normas rectoras del comercio internacional y el fortalecimiento de las relaciones existentes "sobre la base del respeto mutuo, la reciprocidad, el interés común y el respeto a la soberanía".
Interés geoestratégico. Para el eurodiputado socialdemócrata Ramón Jáuregui, presidente de la delegación de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, este tipo de acuerdos de diálogo y comerciales "acabarán produciendo una apertura democrática y política" en Cuba, un objetivo en el que las estrategias sancionadoras "han fracasado".
"Lo que Cuba sea, será consecuencia de lo que decidan los cubanos y no lo que les digamos los demás", subrayó Jáuregui, para quien el acuerdo tiene también un interés geoestratégico para la UE, más que un interés económico, por la calidad de "icono" de Cuba en América Latina.
El Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación se aplicará en un primer momento de manera provisional y parcial a la espera de un largo proceso de ratificación por parte del Parlamento Europeo, así como de los 28 países del bloque.
Disidentes cubanos habían pedido en octubre a los eurodiputados su 'no' al acuerdo, al considerar que su actual redactado "legitima" al régimen comunista.
Aunque Jáuregui se mostró convencido de su ratificación por parte de la Eurocámara, donde habrá un intenso debate, reconoció ciertas resistencias en los países de la ex órbita soviética. El eventual 'no' de algún parlamento europeo marcaría el final del acuerdo.