NOGALES, Arizona
Un cobertizo enorme a escasos metros de la frontera entre Arizona y México hace las veces de refugio y centro de detención improvisado para cientos de niños centroamericanos que fueron capturados por las autoridades migratorias.
Llevan más de 10 días ahí y sus rostros están tristes y cansados, según los describe una delegación de religiosos a la que le fue permitido visitar el sitio. Hasta la fecha la Patrulla Fronteriza no ha permitido el ingreso a los medios de comunicación para proteger la privacidad de los menores.
"Parece una prisión ahí adentro y estos no son presos, son menores de edad, niños", dijo el reverendo Jarrett Maupin, presidente de la Coalición Progresista Cristiana.
Agregó que los infantes se encuentran detrás de un cerco en la mitad del cobertizo donde pueden dormir.
"Cuando nos vieron entrar se acercaron al cerco, mirándonos, pensando 'ahí viene la ayuda''', dijo el pastor John Torres de la Iglesia Nueva Vida en Glendale, Arizona. "Es terrible lo que están pasando estos niños que están sufriendo".
En el centro hay más de 1.100 niños, la mayoría de ellos de Guatemala, Honduras y El Salvador, dijo el cónsul hondureño Tony Banegas. El diplomático indicó que hay madres adolescentes con niños de un año y medio.
"El 95% tienen al papá, la mamá o los dos en Estados Unidos. Mucha gente me habla que quiere adoptarlos y yo les digo que no son huérfanos, que tienen alguien que los está esperando", dijo el cónsul Banegas.
Muchos de los menores empezaron su viaje para llegar a Estados Unidos hace varias semanas, por lo cual su estado de salud puede ser delicado, dijo Torres. Durante el trayecto desde Centroamérica viajan en los trenes expuestos a los elementos, donde experimentan deshidratación y hambre.
"Varios de los niños no se habían podido bañar después de casi 10 días. Hemos hablado para que habilitaran duchas; eso es algo que por fin hoy se habilitó", dijo Banegas.
A diferencia de los mexicanos, los menores centroamericanos no pueden ser deportados inmediatamente a su país sin ser procesados de acuerdo a las leyes migratorias de Estados Unidos y tratados internacionales. Cada caso puede variar según si se trata de un menor que tiene familiares en el país o un caso de asilo político.
Su custodia está a cargo del Departamento de Salud y Servicios Humanos y la Oficina de Refugiados, pero debido a la falta de capacidad en los centros de detención para menores han tenido que permanecer en este centro de procesamiento antes de que se haga una determinación sobre su caso, según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
La violencia en sus países de origen perpetuada por el crimen organizado, la pobreza y la injerencia de traficantes de seres humanos son algunas de las razones que han contribuido a la llegada de los menores por la frontera de Texas.
En el Valle del Río Grande en Texas, el Servicio de Inmigración vio un incremento en las detenciones de menores no acompañados del 168% en comparación al año pasado, lo que obligó a las autoridades a tener que trasladarlos a sitios provisionales como el de Arizona.
La cónsul de Guatemala, Jimena Díaz, dijo que muchos de los recién llegados han sido influenciados por la idea equivocada de que en Estados Unidos se están dando beneficios migratorios a las madres con niños.
Paralelamente, el miércoles varias organizaciones defensoras de los derechos civiles sometieron una queja legal contra la Patrulla Fronteriza en representación de más de 100 menores en todo el país que contactaron desde marzo.
La Unión Americana por las Libertades Civiles, junto a otros grupos, denunció que los menores son detenidos por más de 72 horas en sitios de detención temporal, los cuales no están capacitados para atender a menores.
También denuncia abuso sexual y físico, al igual que la negación de necesidades básicas como agua y comida.