Washington
El presidente estadounidense, Donald Trump, trató este domingo de acallar las críticas por su respuesta a los disturbios la víspera durante un enfrentamiento entre manifestantes de extrema derecha y antirracistas, que terminó con una mujer muerta.
Voces de todos los sectores –incluido el Partido Republicano– reprobaron que el mandatario condenara la violencia de ambas partes, en lugar de censurar directamente a los supremacistas blancos y neonazis que marcharon por la ciudad de Charlottesville, en Virginia, en el este del país.
La Casa Blanca tuvo que salir al paso para aclarar las declaraciones de Trump.
"El presidente dijo de la forma más enérgica en sus declaraciones del sábado que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio. Esto incluye evidentemente a supremacistas blancos, neonazis, el KKK y todo tipo de grupos extremistas", señaló un vocero en un comunicado.
Por su parte el vicepresidente, Mike Pence, condenó directamente a los grupos supremacistas, durante una visita a Cartagena, Colombia.
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"Los condenamos en los términos más enérgicos posibles", dijo en una conferencia de prensa al señalar que en el gobierno de Estados Unidos "no toleramos el odio y la violencia de los supremacistas blancos, los neonazis o el KKK (Ku Klux Klan)".
La protesta organizada por grupos supremacistas blancos y neonazis, entre los que había miembros del KKK, se vio alterada cuando contra-manifestantes trataron de impedirla.
Durante los altercados, una mujer de 32 años murió al ser arrollada por un vehículo que embistió a la multitud que se oponía a la marcha. Otras 19 personas resultaron heridas en los enfrentamientos.
Las palabras de Trump la tarde del sábado levantaron una ola de críticas, porque muchos estadounidenses esperaban una condena clara y fuerte contra los movimientos radicales.
El presidente optó, en cambio, por dirigirse a ambos bandos de la misma forma.
"Condenamos en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados", manifestó desde Bedminster, Nueva Jersey, donde pasa sus vacaciones.
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Fuerte rechazo
Su hija Ivanka, que también es asesora presidencial, se desmarcó de la posición de su padre y denunció "el racismo, la supremacía blanca y los neonazis", afirmando que "no hay lugar en la sociedad" estadounidense para tales ideas.
Sin embargo, el alcalde de Charlottesville, Michael Signer, culpó directamente al presidente por gran parte de la violencia, diciendo en una aparición en la cadena CBS, que Trump ha creado un clima de "aspereza, cinismo e intimidación".
Los críticos del multimillonario republicano hicieron rápidamente las conexiones entre la tibieza de sus declaraciones tras la violencia en Charlottesville y la ambigüedad que ha ido cultivando ante la extrema derecha desde su campaña.
Gran parte de la derecha alternativa apoyó a Trump en su camino a la Casa Blanca y este se ha negado reiteradamente a distanciarse con claridad de algunos de sus grupos o líderes.
Como resultado a sus declaraciones, Trump fue criticado incluso por miembros de su propio Partido Republicano.
El senador de Florida Marco Rubio opinó que sería "muy importante" escuchar al presidente "describir los eventos en Charlottesville por lo que fueron: un ataque terrorista de supremacistas blancos".
La demócrata Hillary Clinton criticó al mandatario, aunque sin nombrarlo. "Cada minuto que permitimos que esto persista a través del estímulo tácito o la inacción es una desgracia, y corroe nuestros valores", tuiteó.
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El expresidente Barack Obama, cuyas intervenciones públicas sobre la actualidad se han vuelto inusuales, eligió citar a Nelson Mandela: "Nadie nace odiando a otra persona debido al color de su piel, sus orígenes o su religión".
En esa ciudad de Virginia, la jornada del sábado quedó también marcada por la muerte de dos policías que se estrellaron en un helicóptero.