Washington
El manejo que hizo el FBI de los correos electrónicos de Hillary Clinton ha dejado a esa dependencia en un estado de convulsión que no se veía desde hacía tiempo, sacando a la luz tensiones con el Departamento de Justicia y generando preocupación respecto a la forma en que esta oficina típicamente apartidista se metió de lleno en la campaña presidencial.
Durante décadas, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) presumió de su independencia y su prudencia. Sobrevivió a otros momentos duros a lo largo de su siglo de vida. Pero rara vez sus funciones terminaron tan enredadas con la política, como consecuencia de una investigación de posibles irregularidades en los correos electrónicos de Clinton y de pronunciamientos impactantes en las dos últimas semanas de la campaña presidencial.
Si bien el director del FBI, James Comey, dio por concluido el caso el domingo diciendo que no se encontró nada irregular en los e-mails de Clinton, el tema sigue siendo objeto de encendido debate: los legisladores exigieron respuestas a preguntas que quedaron en el aire tras dos ambiguas cartas de Comey.
Clinton y su gente se molestaron mucho por el anuncio, a pocos días de la votación presidencial, de que se reabría una investigación de su uso de servidores privados para enviar correos cuando era secretaria de Estado, lo que había sido considerado una torpeza, pero no un delito en una primera investigación. Y exfiscales de ambos bandos expresan preocupación de que el FBI esté haciendo a un lado su neutralidad.
Panorama gris. La controversia, combinada con una serie de filtraciones que revelan tensiones internas, hace pensar que se le vienen tiempos duros al FBI sin importar quién gane las elecciones.
"Este ha sido un proceso electoral muy difícil y lamentablemente el FBI se vio arrastrado por él" , comentó Leo Taddeo, supervisor retirado del FBI. Agregó que le preocupaba el hecho de que los candidatos parecían más proclives que nunca a politizar el tema de la seguridad nacional y a promover investigaciones de sus rivales.
"Esta es una tendencia nueva en la política de Estados Unidos. Creo que el FBI tiene que resistirse a verse arrastrado" , advirtió.
Evitar ser arrastrado, sin embargo, no es tan sencillo.
El FBI empezó a investigar el año pasado la posibilidad de que Clinton hubiese violado las leyes en el manejo de información clasificada como secretaria de Estado. Comey afirmó que no había ninguna intención política y se abstuvo de hacer comentarios en público.
Cuando el FBI decidió que no recomendaría presentar cargos, violó el protocolo y emitió un comunicado público en el que afirmó que Clinton y sus asistentes habían sido "extremadamente descuidados".
Dos semanas críticas. El malestar con esa actitud no fue nada comparado con el que generaron sus acciones de las dos últimas semanas, empezando con la carta que envió al Congreso el 28 de octubre informando de que el FBI revisaría nuevos e-mails que podrían estar relacionados con el uso potencialmente indebido de servidores privados.
El comunicado fue muy mal recibido por los demócratas, por considerar que innecesariamente generaba sospechas sobre Clinton a pesar de que no se sabía si los e-mails tenían algo relevante. El Departamento de Justicia se opuso a la idea de informar al público.
Luego vino el anuncio del domingo, en el que Comey exonera básicamente a Clinton al decir que la revisión de los nuevos correos no había comprobado nada que hiciese que el FBI modificase su recomendación de julio de no formular cargos. El anuncio no hizo sino aumentar la impresión entre los demócratas de que fue innecesario revelar que estaban revisando esas comunicaciones.
"La carta del domingo hace que las acciones de Comey de hace nueve días resulten más problemáticas todavía" , expresó la senadora Dianne Feinstein, máxima representante demócrata en la Comisión de Inteligencia de la Cámara Alta.
Comey alegó que se sintió obligado a informar al Congreso luego de haber dado por cerrado el caso. Hay quienes sostienen que, de haber guardado silencio, se habría expuesto a que lo acusasen de proteger a Clinton, alimentando las sospechas de quienes creen que el proceso electoral está arreglado. También le preocupaba la posibilidad de que la noticia se filtrase.
El FBI fue sacudido, asimismo, por filtraciones que dejan entrever desacuerdos en torno al manejo de una investigación separada de la Fundación Clinton. La Associated Press y otros medios informaron que agentes del FBI presentaron a los fiscales de supuestas irregularidades este año, pero que los abogados decidieron que no había elementos suficientes para procesar a la fundación por delito alguno.
Ron Hosko, exsubdirector retirado de la agencia, dijo que eso no cayó bien entre muchos agentes, pero que no hubo " ninguna revolución" en el departamento.
"Se inventan muchas cosas" , manifestó. "La gente habla de eso y esa afirmación es repetida por gente que se supone sabe algo cuando en realidad no saben nada".