Washington
Las aspiraciones del exgobernador de Florida Jeb Bush a la Presidencia de Estados Unidos están lejos de ser un secreto y, aunque aún no haya hecho oficial su candidatura, sí ha comenzado una campaña de facto en la que esta semana ha tenido que hacer frente a uno de sus mayores obstáculos: su propio hermano.
Las políticas del expresidente George W. Bush (2001-2009) pueden resultar una losa en el camino de su hermano pequeño hacia la Casa Blanca, especialmente las concernientes a la guerra de Irak, cuya legitimidad ha causado muchas interrogantes.
El más que probable aspirante republicano a las elecciones presidenciales de 2016 ha sufrido varios reveses en los últimos días después de que, en una entrevista con el canal televisivo conservador Fox News, asegurara que hubiera seguido los mismos pasos de su hermano George y hubiera invadido Irak.
Después de esa intervención, los medios estadounidenses pusieron en el punto de mira a Bush, quien vio cómo todos sus actos públicos terminaban en un mismo destino, Bagdad.
El exgobernador, de 62 años, tuvo que recular en sus declaraciones, sobre las que más tarde dijo haber entendido mal al entrevistador, para después negarse a responder a "preguntas hipotéticas" por respeto a las familias de los soldados que habían muerto en el conflicto.
Sin embargo, la polémica continuó coleando en un acto en Reno (Nevada), donde, en un encuentro con ciudadanos, un asistente le reiteró que aspirar a la Presidencia de Estados Unidos implica valorar muchos casos hipotéticos, para terminar enfrentándose a la afirmación de una estudiante: "Su hermano creó el Estado Islámico".
Ante la presión creciente y las opiniones encontradas que aún suscita en EEUU la guerra de 2003, el equipo de Bush no tuvo más remedio que enfrentar el problema de una forma más directa.
"Es muy difícil para mí decir que sus vidas se perdieron en vano", dijo respecto a las bajas estadounidenses en el conflicto, para reiterar: "De hecho, no lo fueron".
"Sabiendo lo que sabemos ahora, no hubiera entrado en la guerra", aclaró, en referencia a las pruebas que más tarde demostraron que el régimen de Sadam Husein no poseía armas de destrucción masiva, argumento en el que George W. Bush basó toda su ofensiva.
No obstante, el exgobernador no ha podido evitar ponerse en aprietos por la herencia de su hermano, una comparación que parece casi inevitable en los próximos meses, tanto de cara a las primarias en el Partido Republicano como en su disputa con los demócratas si es elegido por su formación para aspirar a la Presidencia.
"No me aparto de mi camino por estar en desacuerdo con mi hermano. Soy leal a él", dijo ante la insistencia de los periodistas.
"No creo —insistió— que sea necesario repasar todos los aspectos donde no estoy de acuerdo con él".
Pero lo cierto es que Jeb Bush tiene en su apellido tanto un aval como un escollo, ya que son precisamente las comparaciones con su hermano, y también con su padre, el expresidente George H. W. Bush, las que le pueden granjear votos o generar antipatías.
"Esa es la cuestión: ¿Es usted en realidad una persona única, diferente o es usted un tercer Bush?", se preguntó el expresidente de la Cámara de Representantes y también excandidato republicano a la Presidencia, Newt Gingrich.
"En la medida en que él se defina como un tercer Bush, tiene una montaña más grande que subir, aunque creo que, sin duda, tiene el potencial de labrarse un camino porque tiene unos antecedentes extraordinarios como gobernador", consideró el republicano.
Y es que, aunque se erija como una de las figuras más prometedoras entre los muchos aspirantes conservadores que pondrán su nombre en la lista, Jeb Bush tendrá que buscar la fórmula que lo eleve como un candidato solvente dado su pasado familiar, pero también un rostro nuevo con su propia marca.
Ya lo dijo su hermano en un acto en Texas hace algunas semanas: "La pregunta es, ¿hemos tenido suficientes Bush? Hasta mi madre dice que sí. Está claro, el mayor problema de Jeb soy yo".