Ferguson, EE. UU. AFP y AP. La ciudad estadounidense de Ferguson, escenario de meses de protestas y conflictos raciales, vivía ayer una nueva jornada de tensión después que dos agentes de policía fueron heridos de bala en la noche de la víspera.
Los balazos representan la primera vez en ocho meses de tensiones en este suburbio de San Luis que agentes reciben tiros en una manifestación, y el derramamiento de sangre amenaza con inflamar la ya de por sí tensa relación entre la Policía y los manifestantes.
En la mañana, un equipo especial de la Policía de asalto invadió una vivienda a escasos 500 metros del lugar donde se produjeron los disparos. De acuerdo con vecinos, tres personas fueron sacadas del lugar, incluyendo una mujer.
Las autoridades denunciaron que el ataque fue una “emboscada” que amenaza con hundir los esfuerzos por calmar las tensiones en la ciudad, de población mayoritariamente negra, pero cuyo cuerpo policial es casi completamente blanca.
Uno o dos tiradores eran activamente buscados el jueves en diversas partes de la ciudad.
La Policía fue víctima de “una emboscada, uno no podía verlo venir”, dijo a la prensa el jefe policial del condado de San Luis, Misuri, Jon Belmar, en relación con los disparos de armas cortas efectuados contra los agentes en la madrugada de ayer.
Los dos policías, de 41 y 31 años fueron gravemente heridos por una “pistola”.
Uno de los oficiales recibió un tiro en el rostro que salió por detrás de la oreja y el otro, en el hombro y que le salió por la espalda. “No hubo consecuencias graves”, aseguró.
Hallar al responsable o los responsables por los disparos “es nuestra prioridad número uno”, declaró Belmar.
La ciudad se convirtió en el centro de la atención cuando el 9 de agosto un adolescente negro desarmado, Michael Brown, fue muerto a tiros por un agente blanco , lo cual dio pie a manifestaciones y protestas.
Brote de violencia. En la noche del miércoles, los manifestantes esperaban celebrar la renuncia, anunciada poco antes, de un jefe de la Policía de Ferguson acusado, en un informe del Departamento de Justicia, de conducir prácticas racistas.
Cuando la manifestación se dispersaba, alrededor de la medianoche local (11 p. m. hora de Costa Rica) se escucharon “tres o cuatro disparos” a unos 150 metros de distancia de la línea donde se hallaban estaban estacionados unos 40 agentes de policía, de acuerdo con Belmar.
Por su parte, los padres de Michael Brown condenaron los disparos contra los efectivos de policía y denunciaron la acción de “agitadores aislados que están tratando de pervertir un movimiento pacífico y no violento”.
El responsable de los disparos “no estaba con nosotros”, aseguró uno de los organizadores de la manifestación, DeRay Mckesson, por medio de la red social Twitter. Aseveró que “hay quien desea dejar nuestro movimiento en el descrédito”.
Por su parte, el presidente Barack Obama manifestó que “la violencia contra la Policía es inaceptable”, de acuerdo con un mensaje de la Casa Blanca en la red Twitter.
“El camino de la Justicia es uno, y por el debemos marchar todos juntos”, añadió.
Mientras tanto, el secretario de Justicia, Eric Holder, condenó un “ataque odioso”, que también calificó como “inexcusable y repugnante”.
Restablecer confianza. Holder presentó el jueves un proyecto piloto, denominado “Construir la confianza y la justicia”, que se propone restablecer la confianza entre las “comunidades” y los representantes del Estado.
Seis ciudades fueron escogidas por el Departamento de Justicia para aplicar un plan cuyo propósito es “reducir la discriminación y restituir la confianza”.
Una investigación de ese Departamento sobre el episodio que terminó con la muerte de Brown, absolvió al agente autor de los disparos, Darrel Wilson, quien siempre alegó que había actuado en defensa propia.
Sin embargo, el mismo Departamento publicó al mismo tiempo un informe devastador sobre las prácticas cotidianas de la Policía del suburbio de Ferguson, en el cual mostró categóricamente la desigualdad del tratamiento reservado a blancos y negros.
La publicación precipitó la renuncia del jefe de la Policía de Ferguson, Thomas Jackson.