Washington
Nueve candidatos tomarán parte el jueves de un duro debate de las primarias republicanas a la Casa Blanca en el que deberán medirse con el recio magnate Donald Trump y buscar la manera de manejar a un hombre que hizo de su agresividad su marca de fábrica.
El magnate de bienes raíces les ha llamado de débiles (a Jeb Bush), idiotas (a Rick Perry), incompetentes que nunca han hecho una fortuna fuera de la política (Lindsey Graham). A fuerza de promesas extravagantes e inventiva, el multimillonario tomó la delantera en las encuestas del partido, por delante de los candidatos más serios, desde que anunció su candidatura en junio.
Incluso sobre aquellos que pasaron los últimos años pavimentando el terreno para esta instancia: han perdido peso (Jeb Bush, 18kg en seis meses), escribieron libros de ideas (Marco Rubio) y quienes cortejaron a los mayores donantes republicanos (todos).
Las últimas encuestas difundidas en la última semana tenían todas a Trump a la cabeza, aunque con diferencias que iban de 4 hasta 15 puntos porcentuales, por encima de su inmediato escolta el exgobernador de Florida Jeb Bush y el gobernador de Wisconsin Scott Walker, separados apenas por un punto.
¿Deberán todos ellos dilapidar su precioso tiempo para hablar en atacar a Donald Trump ...provocar un escándalo para desmarcarse, a riesgo de legitimar a un hombre al que tratan de bufón?
Jeb Bush bromeó diciendo que se aseguró que el candidato Ben Carson, un neurocirujano retirado, esté involucrado en el debate porque "vamos a necesitar tal vez un médico". A su vez, Lindsey Graham recomienda ver el debate borracho: "Si usted bebe suficiente, tal vez llegue a entender lo que dice Donald" y Chris Christie juró que no iba a dejar ser interrumpido.
Pero un acostumbrado al debate, el candidato republicano a la Casa Blanca en 2008, John McCain, recomienda la sobriedad: "hay que cuestionar sus afirmaciones", dijo a la AFP. "Que ellos se preparen para discutir sobre el fondo."
"En primer lugar, nadie puede 'Trumper (destratar a) Trump'", coincide la experta en comunicación Carmine Gallo, autora del libro "Hablando como TED", conferencias exitosas conocidas por sus oradores. "Los estadounidenses aman que sus héroes sean auténticos, y sonará mal si intentan imitar la personalidad de otra persona".
La profesional dijo a la AFP que sobre todo los populistas son capaces de captar la atención jugando con el enojo de las personas, pero "el candidato que gane este debate es el que prometa un futuro irresistible y positivo. Los estadounidenses adoran a los optimistas".
Los debates presidenciales son la especialidad del profesor Mitchell McKinney, director del instituto de comunicación política de la Universidad de Misuri. Desde hace 25 años, invita a los electores a mirar los debates y desmenuzar sus reacciones.
McKinney observa que los primeros debates son esenciales para formar la opinión de los telespectadores sobre los candidatos, sobre todo este año, con un total de 17 aspirantes a la candidatura republicana a la Casa Blanca, varios de ellos grandes desconocidos (serán seleccionados 10 para el debate del jueves y los restantes serán relegados a un foro cuatro horas después).
"Es una primera entrevista de trabajo ante la base del partido", explicó McKinney. Y más que las ideas, los electores van a observar cual es el "temperamento" del potencial presidente, añadió.
"¿Será que los candidatos llegan a atacar a los otros republicanos de una manera que no sea odiosa o maligna, o será que tendrán aire de acosadores? La gente no encuentra eso muy presidencial", explicó.
Pero a veces basta dar un paso para pasar de la ofensiva a la agresividad. Los ejemplos abundan: el republicano Rick Lazio, que había intentado, un poco demasiado brutalmente, obligar a Hillary Clinton, entonces candidata al Senado en 2000, a firmar un acuerdo sobre financiación electoral. O el enfrentamiento entre Mitt Romney y Rick Perry en 2011, cuando el primero, furioso, había señalado con el dedo y le tocó el hombro a su rival (Romney terminó entonces ganando la primaria).
Donald Trump brilla cuando está solo frente a las cámaras, pero no está acostumbrado a ser uno entre diez: ahora tendrá la misma cantidad de tiempo que los demás. "Yo no los ataco a ellos", dijo el domingo a la ABC. Y menos expectativas: "Yo no soy un polemista", aclaró.
La sorpresa podría venir allí: un Donald Trump reflexivo y sereno.
"Predigo que Trump va a mantenerse concentrado sobre el fondo y será respetuoso", dijo a la AFP el senador republicano Rob Portman, que conoce de debates: hizo de Barack Obama en las sesiones de entrenamiento del aspirante Mitt Romney en 2012.