Nueva York
Cuando el hijo mayor del presidente estadounidense se reunió el 9 de junio del 2016 con una abogada rusa en busca de informaciones comprometedoras sobre la rival electoral de su padre, Hillary Clinton, ¿violó la ley?
¿Podría ser demandado ante la justicia y acusado de traición?
Esto es lo que piensan algunos abogados en base a las últimas revelaciones sobre el encuentro.
Varios expertos en Derecho interrogados por la AFP aseguran que el elemento que más incrimina a Donald Trump Jr proviene de los intercambios de correos electrónicos que él mismo publicó en Twitter el martes: en ellos acepta el encuentro con entusiasmo sabiendo que la cita prometía aportarle "informaciones comprometedoras para Hillary y sus contactos con Rusia". "Informaciones de muy alto nivel" que, en sus palabras, formaban parte del "apoyo del gobierno ruso a Trump".
Brandon Garrett, profesor de Derecho de la Universidad de Virginia, explicó que la ley federal prohíbe, desde el escándalo Watergate, que cualquier extranjero contribuya o prometa contribuir directamente o indirectamente en una elección estadounidense. Se trate de una contribución en dinero o "cualquier otra cosa de valor", incluyendo "informaciones potenciales".
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La otra dificultad para el hijo mayor del presidente es que a este asunto, cuyo campo de aplicación es amplio, se agrega la noción de "conspiración" –acuerdo entre dos o más personas para cometer un crimen– que también es "extremadamente amplio y poderoso" en el derecho federal estadounidense.
"No hay necesidad de haber cometido un crimen, con haber intentado alcanza", explicó Garrett.
En este sentido, aunque Donald Trump Jr aseguró que la abogada rusa no tenía finalmente ninguna información interesante para suministrarle, "eso no podría constituir una defensa". El solo hecho de haber asistido a la reunión para ver si la abogada tenía alguna cosa para transmitirle podría bastar para establecer que ésa era la intención.
Pero Daniel Tokaji, experto en Derecho de la Universidad estatal de Ohio, considera que interpretar la obtención o el intento de obtener informaciones sobre un candidato rival como una "contribución" de campaña tiene "implicancias perturbadoras".
"Hay verdaderos problemas de libertad de expresión ahí", dijo. Podríamos también presentar una demanda contra el equipo de Hillary Clinton si éste hubiese buscado entrevistar a extranjeros para saber si Donald Trump empleaba a inmigrantes ilegales en sus empresas, ejemplificó.
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Susan Klein, profesora de Derecho de la Universidad de Texas y ferviente demócrata, tampoco cree que el hijo del presidente pueda ser demandado "simplemenmte por haber hablado con personas". Salvo "quizás si hubo un pago", estimó. Por ahora nada sugiere ese escenario.
Si es la ley electoral la que está en duda, entonces sería lógico que la apertura de una investigación esté a cargo de la Comisión electoral federal estadounidense, según Tokaji. Pero sus miembros "están divididos por igual" entre demócratas y republicanos, por lo tanto "es improbable que adopten medidas".
Teóricamente, el fiscal federal de Manhattan, donde tuvo lugar la reunión, también podría decidir investigar.
Pero lo más probable es que el fiscal especial a cargo de la investigación sobre los supuestos lazos del equipo de campaña de Trump con Rusia, el exdirector del FBI Robert Mueller, decida si hay elementos como para iniciar una demanda penal, consideró Tokaji.
Aunque la ley federal electoral no haya sido violada el hecho "merece una investigación", estimó, porque "es perturbador que alguien que actúa en nombre de una potencia extranjera colabore con personas al frente" de una campaña presidencial.
Algunos legisladores demócratas fueron tan lejos el martes como para utilizar la palabra "traición", pero los abogados consultados por la AFP no lo creen.
"El simple hecho de haber tenido contacto con un agente extranjero, incluso un país adversario como Rusia -no estamos en guerra- no basta para que sea espionaje o traición. Para entrar en el campo de la traición, hay que probar que la persona tenía la intención de perjudicar su país", explicó Joshua Dressler, profesor de la Universidad estatal de Ohio.
"Ese es un argumento muy extremo", añadió. "Probablemente (lo que ocurrió) sea menos extremo que eso".