Las abejas silvestres serán pequeñas, pero son buenas trabajadoras en los cafetales.
Que lo digan los cultivos que se encuentran aledaños al bosque tropical –ecosistema que alberga a las abejas–, los cuales se ven beneficiados por la polinización de estos insectos.
Gracias a ellas, no solo el fruto del café es de mejor calidad en estas tierras, sino que la cosecha anual es un 20 por ciento más cuantiosa que la de cafetales que no reciben la ayuda de las abejas.
Así lo demostró Taylor Ricketts, un científico de la Universidad de Stanford, en California, EE. UU., quien junto a sus colegas estudió el impacto económico de la conservación del bosque costarricense en la agricultura local.
“La mayor lección de nuestra investigación es que demostramos que los ecosistemas naturales tienen un valor económico, su conservación beneficia tanto a las personas como al ecosistema mismo”, explicó Ricketts a La Nación en una entrevista telefónica.
Los detalles de la investigación, realizada en suelo tico, fueron publicados este mes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
En el cafetal
Como laboratorio, Taylor Ricketts utilizó la finca Santa Fe, en el Valle de El General, donde 1.064 hectáreas están dedicadas al cultivo de Coffea arabica , un arbusto que es capaz de polinizarse a sí mismo, pero cuyo desempeño se ve mejorado –entre un 15 y un 50 por ciento– por la polinización de las abejas.
En la finca, a lo largo de tres años, se establecieron dos grupos de plantas para el estudio: uno al que se le dejó el curso natural de crecimiento y polinización; otro al que se le aplicó polinización manual (se llenó de polen flor por flor).
Además, se establecieron tres zonas en la finca para determinar el efecto de las abejas: una a 100 metros del bosque, otra a 800 metros y la última a 1.500 metros de distancia.
Tras la cosecha, se observó que la polinización manual fue una gran ayuda para aquellos cafetales que se encontraban lejos del bosque, pero no causó ningún cambio en los cercanos a él.
Así, el experimento determinó que las abejas sí ayudaron en el proceso polinizador de aquellos cultivos que se encuentran a menos de un kilómetro de distancia de la masa boscosa.
Según los cálculos de Ricketts, los arbustos en esa ubicación producen, gracias a las abejas, un 20 por ciento más de frutos y presentan un 27 por ciento menos de frutillas deformes.
En términos monetarios, el bosque tropical protegido que limita con la finca Santa Fe aportó el 7 por ciento de las ganancias anuales del cafetal, aproximadamente $62.000 (¢27 millones).
“Es necesario desarrollar programas de compensación a quienes protegen los bosques”, dice el científico. “El programa de incentivos del Gobierno de Costa Rica es un buen comienzo, pero aún le falta. En Costa Rica se paga $42 al año (unos ¢18.600) por hectárea protegida, mientras que nosotros calculamos que su aporte polinizador es de unos $600 (más de ¢265.000)”, agrega.
Ricketts planea visitar nuestro país a finales de este año para presentar los resultados de su investigación a los caficultores.