Sixaola. Al finalizar el 2012, tan solo tres de los 18 jóvenes que cursaron quinto año en el Instituto Paraíso, en Sixaola, Talamanca, tenían un título de bachillerato.
Otros dos ganaron los exámenes durante la convocatoria, lo que aumentó a cinco la cantidad de graduados. En otras palabras, apenas un tercio del grupo culminó con éxito la secundaria.
El problema en el cantón de Talamanca va más allá de la percepción: datos del IV Informe Estado de la Educación subrayan las grandes brechas y desalentadoras estadísticas.
Así lo evidencia el Índice de Situación Educativa (ISE), que califica cada cantón con base en seis indicadores referentes a condiciones de estudio, acceso, rendimiento y titulación de docentes.
El índice agrupa a los cantones en quintiles de cinco unidades, según sus calificaciones. Talamanca es el único cantón que ha puntuado en el quintil más bajo, tanto en primaria como secundaria, de manera consistente durante los últimos cinco años.
El nivel de repitencia en primaria fue del 9% y la deserción intraanual del 6%, muy por encima de cantones como Palmares, donde la repitencia ronda el 2% y la deserción es casi inexistente.
Según el ISE, los mayores rezagos corresponden a los parámetros de infraestructura, uso de tecnologías y logro educativo.
Carencias como la falta de computadoras son parte del día a día del Instituto Paraíso, según contó el director del centro educativo, Eleazar Villegas.
La profesora Sherling Nation también resaltó el mal estado de la infraestructura, que hoy consta de aulas provisionales, separadas por delgadas láminas.
Desde el hogar. Sin embargo, para los alumnos de este colegio, las condiciones adversas comienzan mucho antes de cruzar las puertas del aula.
El primer problema son las limitaciones económicas en los hogares. De hecho, Talamanca está en el penúltimo lugar del ranquin nacional del índice de desarrollo humano cantonal del 2012.
En el Instituto Paraíso, por ejemplo, los docentes se ven obligados a trabajar con fotocopias que muchos de los estudiantes no pueden costear, relató Villegas.
A criterio del director, otro factor es la recurrente desintegración familiar, con muchas madres solteras, jefas de hogar.
La distancia que los padres de familia deben recorrer para llegar al colegio desde sus lugares de trabajo también constituye un obstáculo para la participación parental en el proceso educativo.
Según Nation, algunos estudiantes viven en medio de situaciones de violencia familiar, hacinamiento, pobreza extrema y consumo de alcohol y drogas en su círculo familiar.
La docente también relató que algunos estudiantes caminan más de una hora en el sector de Punta Uva y Paraíso. “Imagínelo viajar después de las 5 de la tarde con lluvia y a oscuras”.
Asimismo, muchos jóvenes provienen de hogares con padres analfabetos y sin posibilidades de ayudarles a sus hijos con las tareas y asignaciones.