Cuando las horas de espera en el aeropuerto Juan Santamaría se traducen en hambre para los pasajeros, llega el momento de sacudir con fuerza sus bolsillos.
Por esos combos de hamburguesas, gaseosas, golosinas y emparedados, les espera una factura una o dos veces más cara de lo que pagarían por el mismo producto en un negocio fuera de la terminal.
“Es impactante el precio de comidas en los aeropuertos. Son montos muy exagerados, pero cuando viajamos, ya sabemos que tenemos que venir preparados. Lo mismo ocurre en Canadá”, expresó Douglas Wellivir, quien visitó Costa Rica durante un mes.
El costo del combo con hamburguesa, papas y refresco en cualquier restaurante del aeropuerto ronda un mínimo de $16; es decir, unos ¢8.000 (el más barato), mientras en locales fuera de la terminal el más caro si acaso llega a ¢4.500.
En el aeropuerto internacional Juan Santamaría hay cuatro concesionarios que compiten en el mercado de alimentos: Grupo QSR (que incluye Quiznos, KFC, Smash Burguer y Cinnabon), Casa Phillips (restaurante La Malinche), Café Britt y la cafetería Lavazza.
Altos precios. “Al momento de ganar la concesión para ingresar al aeropuerto, ellos deben dar un porcentaje base sobre sus ganancias (actualmente del 10%), pero pueden ofertar más. Además, deben pagar un mínimo de $40 por m², por mes”, explicó María Amalia Revelo, directora comercial de Aeris, gestora de la terminal.
A esto se suma un proceso de controles y exigencias de estándares de calidad para poder ingresar los productos.
Todo esto, a su vez, incrementa los costos de los alimentos.
“Ellos no pueden ingresar cualquier producto ni tampoco colocar los precios a la libre. Para subir los precios, deben hacer una solicitud y nosotros evaluamos si se puede hacer el aumento”, indicó Jorge Alfaro, asesor comercial de Aeris.
Otra de las variables que entra en juego para que un producto como el café o una botella de agua no baje de los ¢1.500, es que se toma en cuenta que son precios para un mercado turista.
“Los precios de los aeropuertos siempre son elevadísimos. Cuesta encontrar algo barato en estos sitios”, declaró Tim Rogerds, quien vive en Iowa, Estados Unidos.
No todo es comprar. En un recorrido de La Nación por las puertas de abordaje del Juan Santamaría, este medio se topó con John y Elizabeth Dugger. Ellos prefirieron llevar unas tortillas antes que comprar en alguno de los restaurantes.
“Tomando en cuenta que los precios son tan elevados, decidimos preparar algo y traerlo para el tiempo que debemos esperar para subir al avión”, dijo John Dugger, quien vacacionó una semana en Guanacaste.
Fuera de las ventanillas de los restaurantes, el Aeropuerto Juan Santamaría también permite que tres artistas ofrezcan sus obras a los miles de pasajeros que transitan a diario entre los pasillos.
“Aquí yo no vengo a vender, vengo a ofrecer mi música. La gente me da alguna propina. Todos los días llego a las 5:30 a. m. y me retiro como a las 2 p. m.”, relató Elvis Porras, quien tiene siete años de tocar guitarra en una de las salas de abordaje del Juan Santamaría.
En comparación con aeropuertos de otros países, los precios de los alimentos son muy similares.
Solo el aeropuerto de Bogotá, Colombia, registra precios más baratos en sus comidas y bebidas. En ese lugar, el combo más caro ronda los $9,70 (casi ¢5.000).
Aeropuertos de Perú, México y Brasil tienen precios casi iguales que los de Costa Rica, con combos (hamburguesa, papas y gaseosa) cuyos costos oscilan entre $16 y $21; es decir, entre ¢8.000 y ¢10.500.