¿Qué le responde un tico cuando usted le pregunta cómo está?
Sí, es muy probable que la respuesta más espontánea sea un ‘¡pura vida!’. Pero no se engañe.
Por más alegre que parezca, esa y otras respuestas suelen enmascarar el verdadero estado de ánimo de algunas personas, dominado por la depresión, la ansiedad y el estrés.
Aquí no hay un estudio que describa cuántos ticos conviven diariamente con esas y otras condiciones, que son consideradas indicadores del estado de la salud mental de la población.
Fuera de encuestas y análisis aislados, el país hasta ahora no ha hecho un estudio epidemiológico, que sería el insumo ideal para conocer cómo anda la mente de los ticos. Este es todavía un asunto pendiente.
El tema fue tocado en una de las encuestas recientes que hizo Unimer para La Nación , en febrero pasado. En ella se consultó a 1.200 personas de todo el país y los resultados fueron reveladores.
El más ilustrativo dice que, aunque el 86% de los costarricenses dice estar satisfecho y feliz con su vida, la situación se invierte cuando se le pregunta si alguna vez ha estado deprimido, malhumorado o agotado.
Seis de cada diez admiten haber estado deprimidos alguna vez en la vida. Ocho de cada diez conocen lo que es estar estresado, y seis de cada diez reconocen que, alguna vez, se han sentido agotados y sin fuerzas.
Más de la mitad de las personas en esa encuesta sufrió males gástricos, estreñimiento, diarrea o colitis alguna vez. Todas estas son condiciones de salud vinculadas con una vida llena de estrés.
Dos caras. El estudio de Unimer muestra a un 82% de la gente que afirma sentirse bien con su familia, amigos y trabajo, alegre y de buen ánimo.
Sin embargo, una quinta parte admite haber pensado en suicidarse alguna vez (el 3% lo consideró en los últimos 15 días); un 46% dice sentirse solo, y un 34% contestó que, al menos una vez en su vida, se ha sentido sin esperanza.
Entonces, ¿tiene el tico dos caras? Sí, afirman los especialistas.
“Si al tico se le pregunta si está feliz contesta afirmativamente, no tiende a negar esas cosas. Pero cuando se le comienza a preguntar por asuntos más puntales, como si se desvela (que es síntoma de otras cosas), se comienzan a revelar ciertos padecimientos”, explicó Gloriana Rodríguez Arauz, profesora e investigadora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
A esta doble cara se agrega un elemento más: los ticos no saben qué es salud mental o manejan conceptos erróneos.
La encuesta de Unimer da algunas pistas sobre este desconocimiento. Para la cuarta parte la salud mental se relaciona solo con “personas cuerdas o que no tienen problemas mentales”.
Solo seis de cada diez personas, dice la encuesta, relacionan la salud mental con aspectos como estar emocionalmente sano.
La psiquiatra y actual viceministra de Salud a cargo del área de Salud Mental, Sisy Castillo, confirma esa tendencia: mucha gente asocia este tema únicamente con la condición de “no estar loco”.
Epidemia. Todo lo anterior revela que el costarricense promedio vive detrás de una fachada: la que muestra una imagen de éxito, alegría y bienestar, explica el psiquiatra Álvaro Hernández, jefe de Servicios Médicos y Rehabilitación del Hospital Nacional Psiquiátrico (HNP).
“Cuando se urga, uno se da cuenta de que eso no es tan real. En el fondo, somos seres taciturnos, aislados, sobrepreocupados, temerosos y vivimos situaciones más profundas que negamos”, agregó el psiquiatra.
Estas condiciones forman parte de una tendencia mundial. No solo en Costa Rica la gente vive una epidemia de depresión, desesperanza, estrés o ansiedad.
En el mundo, se calcula que 350 millones de personas han recibido un diagnóstico de depresión, el trastorno mental más frecuente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y su brazo para Latinoamérica, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), consideran prioritario que los países aborden con seriedad la salud mental de sus habitantes.
En respuesta a ese llamado, las autoridades de Salud elaboraron la Política Nacional de Salud Mental 2012-2021, donde están involucradas instituciones como el Ministerio y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
El principal objetivo de esa política es promover factores protectores de la salud mental entre la población (como el ejercicio físico), y prevenir los males mentales.
Porque hasta ahora el sistema sanitario costarricense se ha enfocado solo en “apagar incendios”, tratando con medicamentos, incapacidades, pensiones y hospitalizaciones a los enfermos que llegan a consulta.
Solo en el 2012, la Caja emitió 30.129 órdenes de incapacidad por sufrimientos mentales, que representaron 293.918 días de ausencia al trabajo. La mayoría de esos “sufrimientos” fueron estrés y depresión.
En los últimos tres años, esa institución invirtió ¢6.373 millones en fármacos antisicóticos, sedantes y antidepresivos.
Una de las mayores carencias en la atención es la falta de personal: en toda la Caja hay tan solo 89 psiquiatras y 53 psicólogos; es decir, un especialista por cada 80.000 habitantes.
Todo eso ocurre en el que ha sido considerado como “el país más feliz del mundo”.