De pronto se escabulló del plenario legislativo, entró a un recinto lateral y salió raudo por unas pequeñas gradas que comunican con la salida del Congreso.
Faltaba media hora para que concluyera la sesión de ayer y el diputado Federico Tinoco dejaba así a la prensa con las preguntas guardadas.
De esta manera el centro de atención de todos ayer en la Asamblea Legislativa desapareció en un día en que a su alrededor hubo gran presión para que dejara la curul mientras se lo investiga por acoso sexual.
Tinoco llegó puntual al plenario. No ingresó por la puerta principal, ni salió por ella.
Sin embargo, se mantuvo tranquilo en su curul mientras se leía una resolución del Directorio legislativo en que se ordenaba la investigación en su contra.
Tras la primera hora de sesión, el tema cambió. Atrás quedó la discusión sobre los hechos que se le atribuyen y los diputados comenzaron a analizar una moción de censura al ministro de la Producción, Alfredo Volio.
De pronto el presidente legislativo, Francisco Antonio Pacheco, dio la palabra a Tinoco. La prensa se alertó, el público también.
Con toda normalidad, Tinoco pronunció un discurso en que defendió a Volio. Finalizó y se sentó.
En la barra del público un par de decenas de personas desplegaron carteles para apoyarlo.
“Esto es un montaje contra usted, doctor Tinoco”, rezaba uno de los cartelones.
Entonces el protagonista de la sesión se paseó frente a las barras, habló por su celular, saludó.
El reloj avanzó y Tinoco comenzó a organizar su retiro. No quería hablar con los medios.
Una salita de fumado le sirvió de cómplice. También le ayudaron oficiales de seguridad. De pronto ya nadie lo vio más.